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La clave del futuro

Los problemas persisten, como por ejemplo aquel de la destrucción de los bosques tropicales en países como Colombia o Brasil, y en general en la región amazónica que cumple las más diversas e importantes funciones ambientales para beneficio del mundo.

4 de junio de 2021 Por: Editorial .

Hoy es tiempo de mirar hacia atrás para evitar los errores cometidos y de avizorar el futuro, cumplir lo prometido y trabajar arduo para conseguirlo. Tal es la reflexión que se debe hacer cuando se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente.

Restaurar es la palabra clave con la que hoy se le recuerda a la humanidad, a los gobiernos y a sus líderes, que es necesario concretar las acciones para recuperar el bien más preciado del Planeta. No se puede ignorar que la cuenta está en rojo, que desde hace años el consumo supera el ritmo de producción de la naturaleza y los recursos que esta provee disminuyen, mientras ha sido imposible detener las causas de ese deterioro progresivo que ha llevado a un cambio climático insostenible y de alto riesgo para la Tierra.

Como se sabe de sobra lo que sucede, los efectos negativos de ese daño y también lo que se necesita hacer, es hora de poner manos a la obra. Lo primero es reconocer que después de unos últimos años en los que hicieron carrera el escepticismo, el negacionismo y la indiferencia, se están retomando esfuerzos importantes en buena parte del mundo para ponerle freno a la destrucción así como para comenzar la restauración que tiene como fin proteger y devolverles la vida a los ecosistemas que son la esencia de este planeta.

Los problemas persisten, como por ejemplo aquel de la destrucción de los bosques tropicales en países como Colombia o Brasil, y en general en la región amazónica que cumple las más diversas e importantes funciones ambientales para beneficio del mundo. Son atentados que no parecen tener freno porque las prevenciones se estrellan contra las dificultades para ejercer la autoridad, aplicar justicia o sostener unas políticas públicas efectivas. También es cierto que, como es el caso de nuestra Nación, se adelantan proyectos importantes de restauración como la siembra de 180 millones de árboles, meta que avanza rápido y se espera cumplir en los próximos dos años.

Por su parte los países que generan la mayor contaminación, que son una minoría y provocan un impacto incalculable, parecen alinearse con el clamor universal para que actúen. En seis meses Estados Unidos le ha dado un giro al timón que devuelve las esperanzas: regresó al Pacto de París para el medio ambiente, se interesó de nuevo en la generación de energías limpias y el presidente Joseph Biden acaba de suspender provisionalmente las perforaciones de gas y petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en Alaska, derogando los permisos otorgados por su antecesor.

La reducción de emisiones de carbono es el compromiso mayor de esas naciones contaminantes. China ha manifestado su intención de controlar sus emanaciones a más tardar en el 2060, aun cuando sus resultados hasta ahora no son alentadores; la Unión Europea garantiza que en 10 años habrá bajado al menos un 55% de sus emisiones de gases de efecto invernadero, y Rusia asegura que ya las bajó a la mitad y será un país neutro a mediados del siglo.

Para que esos procesos se aceleren hay que ser creativos e invertir sobre todo en la restauración de la naturaleza. Por cada dólar que se dedique a prevenir, detener y revertir el daño, se estarán generando 30 dólares de ganancia para el medio ambiente y para la sociedad. Es la inversión que garantizará el futuro del Planeta y de la humanidad.

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