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¿La campaña del odio?

Es la campaña que repetirá el reality de la anterior, en la cual seguirán siendo personajes las mentiras, el twitter, las acusaciones contra el gobernante y volverá a aparecer el odio como gran protagonista.

20 de junio de 2019 Por: Editorial .

Como si los centro y suramericanos o los mexicanos fueran los enemigos de los Estados Unidos, el presidente en trance de reelección los escogió de nuevo como eje de su campaña, anunciando su deportación. Y renovó también sus insultos y descalificaciones tanto a los aspirantes por el Partido Demócrata como a los medios de comunicación que no comulgan con su forma de actuar.

“Keep América great again”. “Mantener a Estados Unidos grande de nuevo” puede ser la traducción más cercana al mensaje de Trump en la concentración realizada en Orlando, Florida, donde destacó la fortaleza de la economía, “posiblemente la mejor de su historia”. Y luego recalcó los recortes a la regulación, el aumento del gasto militar, las negociaciones comerciales, la reforma fiscal, la seguridad fronteriza y los nombramientos de jueces conservadores como prueba del cumplimiento de sus promesas de hace cuatro años.

Después vino la parte dura, el exacerbar los ánimos de la concurrencia citando la inexistente crisis en la frontera sur y reiterando su compromiso de expulsar a los inmigrantes, sean ilegales o estén en proceso de solicitar asilo o de legalizar su residencia y la de sus familiares. Fue una nueva declaración de guerra contra ellos, antecedida por sus amenazas contra México y el acuerdo que lograron para evitar sanciones que afectarán a ambas naciones, incluidas las empresas y los consumidores estadounidenses que aprovechan las ventajas comparativas que ofrece su vecino.

Está planteado así el terreno en que se moverá quien enarbola la bandera de la supremacía para conseguir adeptos dentro de la población estadounidense, en la cual tendrán impacto innegable los resultados económicos. Como en las elecciones de 2016, cuando Trump perdió por tres millones de votos frente a su rival Hillary Clinton, está claro que el presidente y candidato no tiene en sus planes convencer a las minorías latinas, sino asegurarse los votos en los Estados que definen las elecciones en los consejos electorales.

Para ello, y como lo hizo hace tres años, es indispensable recurrir a las minorías que creen en la supremacía blanca, en el populismo y en la agresividad de Trump para manejar los asuntos públicos de los Estados Unidos, sin importar el daño que le causan a sus aliados y a la estabilidad del mundo. Y se debe encontrar de nuevo el enemigo en los medios de comunicación que lo critican, en los inmigrantes a los que llena de epítetos y amenazas así sean importantes para el desarrollo estadounidense, para agitar el nacionalismo cuya consecuencia es la xenofobia.

Mientras tanto, sus rivales, los diecisiete candidatos del Partido Demócrata, no parecen estar preparados para enfrentar esa retórica en la cual son calificados como incapaces y como causantes del supuesto desastre con el cual Trump llena de miedo a sus votantes. Es la campaña que repetirá el reality de la anterior, en la cual seguirán siendo personajes las mentiras, el twitter, las acusaciones contra el gobernante y volverá a aparecer el odio como gran protagonista.

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