El pais
SUSCRÍBETE

La bomba de Venezuela

"Al gobierno de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello no le interesa respetar la voluntad de su jefe ya muerto y glorificado, quien creó una Carta a su leal saber y entender. Y a sus estamentos militares, el poder que sostiene el vacilante trono del chavismo, le tiene sin cuidado que la Constitución no se cumpla".

22 de abril de 2016 Por:

"Al gobierno de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello no le interesa respetar la voluntad de su jefe ya muerto y glorificado, quien creó una Carta a su leal saber y entender. Y a sus estamentos militares, el poder que sostiene el vacilante trono del chavismo, le tiene sin cuidado que la Constitución no se cumpla".

Con la Asamblea Nacional bloqueada por el Ejecutivo y el Legislativo, y estancada también la posibilidad de un referendo revocatorio, Venezuela avanza hacia una institucionalidad inviable, incapaz de resolver la crisis más aguda de toda su historia. Por algo, el gobernador Henrique Capriles afirma que su país está sentado sobre una bomba de tiempo.Lo que hay que resolver es la incompetencia del régimen para detener la tragedia que se cierne sobre el pueblo venezolano. Para ello, lo que está haciendo la Mesa de Unidad Nacional, MUD, que agrupa a la oposición democrática y posee la mayoría absoluta del Poder Legislativo, es acudir a la Constitución Bolivariana, la ‘bicha’ de Hugo Chávez que reglamentó el funcionamiento del Congreso, estableció la manera de consultar al pueblo y creó la posibilidad de destituir al gobierno mediante un referendo, cuando el ‘soberano’ así lo considere.Pues toda esa retórica está quedando en palabras vacías. Al gobierno de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello no le interesa respetar la voluntad de su jefe ya muerto y glorificado, quien creó una Carta a su leal saber y entender. Y a sus estamentos militares, el poder que sostiene el vacilante trono del chavismo, le tiene sin cuidado que la Constitución no se cumpla. Por eso, no hay norma que salga del Legislativo que no sea declarada inconstitucional: la amnistía para los presos políticos, la ley que ordena a los funcionarios comparecer ante la Asamblea para rendir cuentas, la que ordena anular la irregular elección de unos magistrados del Tribunal Supremo. Y decisiones como negar al gobierno la declaratoria de un estado de emergencia para asumir todos los poderes y controles posibles al banco emisor, se estrellan con la negativa de un tribunal de justicia que más parece una agencia del Ejecutivo. Por eso, Venezuela sigue en caída libre, el poder de compra de sus ciudadanos es aplastado por una inflación que puede superar el 2.000% en el 2017, según el FMI, y la escasez insoportable es la peor de las burlas para una Nación que vio cómo durante 17 años se dilapidó, fue robada o regalada, la bonanza petrolera más grande de su existencia. Pero no hay respuestas. Mientras tanto, dentro del régimen se contemplan las más variadas fórmulas para salir de Maduro, como si eso fuera la solución. Y se consulta a los Castro en la Cuba donde murió Chávez, o se especula sobre la decisión que tomarán los militares que siempre han sido el verdadero poder, así esté untado de narcotráfico.Todo para mantener ese régimen fracasado y nada para escuchar la voz de un pueblo que el 6 de diciembre pasado les dijo, con millones de votos, que en el mando de su Venezuela no querían más a Maduro, a su corte, a Cabello, y a los militares que los sostienen, en un impúdico y vergonzoso totalitarismo.Eso explica las palabras de Capriles, uno de los grandes líderes de la Venezuela libre. Si no se escucha al bravo pueblo, y no se solucionan sus angustias y sus carencias, la solución vendrá por un camino diferente al uso de una Constitución que los militares, los jueces y los gobernantes pisotean a su antojo.

AHORA EN Editorial