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La bomba ciclónica

Se llama ciclón bomba y por los estragos que ocasiona es considerado uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores. Cada vez se producen con mayor frecuencia y fuerza por efecto del cambio climático...

15 de marzo de 2019 Por: Editorial .

Se llama ciclón bomba y por los estragos que ocasiona es considerado uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores. Cada vez se producen con mayor frecuencia y fuerza por efecto del cambio climático, como el que afectó esta semana a 105 millones de estadounidenses. Mientras tanto el mundo se limita a firmar acuerdos en lugar de actuar como corresponde.

Lo que vivió en los últimos días la región central de Estados Unidos fue una mezcla de vientos huracanados, nevadas extremas, tormentas eléctricas, tornados e inundaciones. Todo al mismo tiempo, producido por una caída súbita de la presión atmosférica que se origina cuando se encuentran un frente frío de invierno con una masa de aire caliente. No es un fenómeno frecuente, pero Estados Unidos ya ha vivido tres de estos eventos en el lapso de un año.

El origen, así se insista en negarlo, está en el calentamiento global que ha elevado varios grados las temperaturas en el Ártico debilitando el vórtice polar, una especie de represa que mantiene encerrado el aire frío durante el invierno. Al romperse, los vientos helados se liberan y si se encuentran con un frente caliente provocan cambios meteorológicos drásticos como los sucedidos recientemente.

Lo grave es que esas bombas ciclónicas se repetirán con más frecuencia si se cumplen las proyecciones negativas que hay para el clima en los polos. Esta semana, antes de que se produjera el fenómeno en Estados Unidos, la comunidad científica anunciaba que en 30 años la temperatura en el Ártico habrá subido entre 3 y 6 grados centígrados, lo que producirá la mayor pérdida extrema de masa de hielo, el aumento del nivel de los océanos y una debilitación mayor del vórtice polar.

Es el daño irreparable que se le ocasiona al Planeta y afecta por igual al Polo Norte, a la Antártida, al Trópico o a cualquiera de los cinco continentes. Sin embargo, la catástrofe mayor es que el mundo no acepte la urgencia de actuar, de emprender tareas que sean efectivas para detener el deterioro del medio ambiente y orientar la recuperación de lo perdido hasta ahora.

Para ello no basta con firmar acuerdos como el de París, que tres años después sigue sin arrancar. Tampoco es suficiente con hacer cumbres del clima cada dos o tres meses, que si bien muestran por unos días la situación, no producen resultados. Mucho menos se pueden entender los discursos negacionistas, que ignoran la realidad o la tergiversan. ¿Acaso es comprensible que el Presidente del país que ha padecido los efectos devastadores de tres bombas ciclónicas en un año, prefiera burlarse del calentamiento global que aceptarlo y actuar?

Hay que insistir en la urgencia de hacer lo debido para enfrentar el cambio climático. Las causas se conocen, las soluciones están claras y las consecuencias son innegables, pero si no existe la voluntad ni se toman decisiones, el destino del Planeta y de quienes viven en él será por lo menos incierto. Y bombas ciclónicas como la de estos días en Estados Unidos dejarán mucho más que unos cuantos muertos, regiones devastadas o millones de personas sufriendo los estragos de la fuerza de la naturaleza.

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