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La amenaza es real

Con todo y la destrucción que causó, Harvey fue el preaviso de lo que para el Caribe y Norteamérica trae la temporada de huracanes de este año. Ahora es Irma la que arrasa todo a su paso, mientras José va detrás de ella como ciclón de categoría 4, y Katia, formado en el golfo de México, comienza a fortalecerse.

8 de septiembre de 2017 Por: Editorial .

Con todo y la destrucción que causó, Harvey fue el preaviso de lo que para el Caribe y Norteamérica trae la temporada de huracanes de este año. Ahora es Irma la que arrasa todo a su paso, mientras José va detrás de ella como ciclón de categoría 4, y Katia, formado en el golfo de México, comienza a fortalecerse.

Si quedan dudas, estos tres fenómenos confirman que el clima de la Tierra sí se ha alterado y que su potencia y su furia poseen una inédita capacidad de destrucción. La razón es que las temperaturas de los océanos han aumentado hasta dos grados centígrados en los años recientes, y como el motor que alienta a los huracanes es el calor que absorben del mar, han multiplicado su fuerza destructora.

Frente a acontecimientos como el de Irma, calificado como un monstruo nunca antes registrado, es imposible negar la existencia de un cambio climático global como insiste en hacerlo Donald Trump, el presidente del país más golpeado hoy por los ciclones tropicales. La realidad ya no puede desconocerse y ante ella el camino a seguir es el de la sensatez, el trabajo mancomunado de la comunidad internacional y la toma de las decisiones que se requieran para evitar la debacle que puede producirse de persistir la obsesión de defender posiciones egoístas y populistas.

Los hechos son tan concluyentes que China, que hasta hace poco se resistía a aceptarlos, ha rectificado sus criterios y está dispuesta a actuar. La potencia asiática es el mayor contaminador del Planeta, seguida de cerca por Estados Unidos, y ya siente los efectos en sus polucionadas ciudades así como en las consecuencias para la salud de su gente. Por ello tomó la decisión de firmar el Acuerdo de París sobre cambio climático y de paso convertirse en el líder en reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono o el metano, invirtiendo más de doscientos mil millones de dólares en los próximos diez años.

La preocupación sobre el peligroso presente ambiental y el calamitoso futuro que se avecinaría para la Tierra es también la de la mayoría de estadounidenses, a pesar de la posición de su Primer Mandatario. Algo le tiene que decir a Trump el que 63 de las principales ciudades del país así como 15 Estados de la unión hayan anunciado que no acatarán su decisión de retirarse del Acuerdo sobre medio ambiente firmado por 175 naciones en el 2015, y que por el contrario trabajarán para cumplir las metas ahí propuestas.

Sería de esperar que los desastres ocasionados por Harvey en Texas y Luisiana, calificados como los más costosos en la historia, hagan reflexionar a quienes pretenden ignorar los daños que produce la contaminación. Y que las amenazas que se anuncian sobre Irma, que según el Jefe de la Agencia Federal para las Emergencias es un huracán que “va a devastar a los Estados Unidos”, permitan a los escépticos abrir los ojos, aceptar la realidad y hacerle frente de manera responsable. Continuar negándolo, será como poner al país más poderoso del mundo en la víctima de esa ceguera y al Planeta en riesgo de catástrofes imposibles de evitar.

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