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La amenaza del ébola

"Aún no es el momento para lanzar la alarma generalizada que produzca fenómenos como el desatado por el virus AN1H1, donde las expectativas creadas sólo sirvieron para impulsar los negocios alrededor de lo que se calificó como la pandemia del Siglo XXI. Pero todo indica que el ébola sí es una realidad terrible, que debe ser enfrentada con rigor, antes de que se convierta en una amenaza semejante al Sida".

10 de octubre de 2014 Por:

"Aún no es el momento para lanzar la alarma generalizada que produzca fenómenos como el desatado por el virus AN1H1, donde las expectativas creadas sólo sirvieron para impulsar los negocios alrededor de lo que se calificó como la pandemia del Siglo XXI. Pero todo indica que el ébola sí es una realidad terrible, que debe ser enfrentada con rigor, antes de que se convierta en una amenaza semejante al Sida".

Hasta hace unas semanas, el ébola era una mortal enfermedad que atacaba sólo a los habitantes de Costa de Marfil y otros países del África Occidental, donde el subdesarrollo es la constante y las limitaciones de salud son la norma. Ahora, y luego de dos casos que se presentaron en Estados Unidos y España, la amenaza parece desembarcar en el primer mundo y demanda precauciones y medidas urgentes.En ese cambio de actitud, el papel del periodismo libre ha sido fundamental. Son muchos los reporteros que han estado en los sitios donde se presenta la enfermedad con características de epidemia que se riega sin control. Ellos han contado las tragedias que viven los pueblos afectados por un mal cuyos orígenes no están claros y por tanto su cura aún no parece cercana. Son más de 8.000 personas infectadas por el ébola, de las cuales han muerto alrededor de 3.000. Pese a las cifras en apariencia pequeñas, la facilidad de contagio, la agresividad del virus y la dificultad para enfrentarlo con éxito, están prendiendo las alarmas en varias partes del mundo. Es que lo de la enfermera española que hoy está aislada en su país con graves problemas que hacen temer por su vida, es bien indicativo. Teresa Romero, una auxiliar de enfermería, estuvo en los sitios donde se produjo el brote, atendió algunos contagiados y regresó a España, sin síntomas de enfermedad alguna. A los pocos días empezó a sentir molestias, llamó a una ambulancia y fue atendida sin mayores protecciones. Hoy su estado ha empeorado, y cunde el temor del contagio a quienes han tenido relación con ella, como sus parientes, su perro y los médicos y personal de salud que la atienden.El desenlace de esa historia es impredecible aunque sombrío. Lo que no ocurrió con Thomas Duncan, liberiano hospitalizado en Dallas, Estados Unidos, quien llegó sano en apariencia, para casarse con la madre de su hijo. En poco tiempo la enfermedad hizo su aparición, causándole la muerte hace tres días, mientras las autoridades de ese país preparaban una acusación contra él por “haber expuesto al contagio a la población estadounidense de forma consciente”. Por otra parte, y a diferencia de España, el país norteamericano identificó otra centena de posibles contagios y está tomando medidas para enfrentar la mortal amenaza.Por supuesto, aún no es el momento para lanzar la alarma generalizada que produzca fenómenos como el desatado por el virus AN1H1, donde las expectativas creadas sólo sirvieron para impulsar los negocios alrededor de lo que se calificó como la pandemia del Siglo XXI. Pero todo indica que el ébola sí es una realidad terrible, que debe ser enfrentada con rigor, antes de que se convierta en una amenaza semejante al Sida. Eso lo dicen ya expertos en varias partes del mundo.Además, hay que recordar que si bien no se ha expandido, está golpeando a miles de personas del África Occidental, donde las limitaciones económicas, sanitarias y de todo orden, hacen imposible su control. Es cuestión de solidaridad con seres humanos que lo necesitan.

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