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La agonía del HUV

"Por supuesto que hay que entender la crisis por la que atraviesa el sistema de salud en Colombia. Pero hoy es necesario imaginarse qué pasaría si el Evaristo García tiene que cerrar sus puertas por la postración financiera y el incumplimiento al cual parece condenado".

2 de septiembre de 2011 Por:

"Por supuesto que hay que entender la crisis por la que atraviesa el sistema de salud en Colombia. Pero hoy es necesario imaginarse qué pasaría si el Evaristo García tiene que cerrar sus puertas por la postración financiera y el incumplimiento al cual parece condenado".

Se agotaron ya los calificativos para describir la situación del Hospital Universitario del Valle y las disculpas de sus deudores para eludir la obligación de pagarle y permitir que siga prestando el invaluable servicio social, académico y científico que ha cubierto durante sus 56 años de existencia. Hoy es una institución inviable en términos financieros, mientras el Estado parece ignorar que con ello se está produciendo una catástrofe para la salud del suroccidente colombiano. En los últimos tiempos, al HUV le han pasado todas las plagas posibles. Desde el clientelismo más feroz que pretendió usarlo para satisfacer la demanda de puestos hasta los incumplimientos rampantes de las EPS, de los municipios y departamentos del suroccidente colombiano que demandan sus servicios pero no le cumplen. Y en el medio están las Empresas Prestadoras de Servicios, EPS, que le deben $168.000 millones, $19.495 millones de los cuales pertenecen a la fracasada Calisalud del Municipio. Todas esas cuentas corresponden a servicios prestados, en especial a las personas de escasos recursos afiliadas al régimen subsidiado de salud. El Evaristo García es el establecimiento más importante de la red hospitalaria pública en todo el suroccidente del país. Aquí llegan y deben ser atendidos los pacientes que demandan servicios propios de un hospital de tercer nivel. Además, en sus instalaciones está el servicio de urgencias que en el 2010 atendió 90.000 casos, casi todos generados por la violencia de Cali y el Valle. Y la escuela de medicina de la Universidad del Valle tiene allí su asiento, siendo uno de los centros de aprendizaje y práctica más importantes de América Latina. Pese a esa importancia, su situación actual es desoladora: “No hay insumos para cirugía ni laboratorios, el banco de sangre no puede funcionar y no hay cómo realizar autopsias”, dice el Jefe de Neurocirugía del HUV. Es decir, está al borde del colapso, mientras crecen las deudas de las EPS y las entidades oficiales porque no puede negarles la atención a los pacientes. Mientras tanto, a sus médicos y empleados se les deben salarios y no se cancelan los costos de seguridad social desde el mes de junio. Por supuesto que hay que entender la crisis por la que atraviesa el sistema de salud en Colombia. Pero hoy es necesario imaginarse qué pasaría si el Evaristo García tiene que cerrar sus puertas por la postración financiera y el incumplimiento al cual parece condenado: ¿Acaso es fácil reemplazarlo como el hospital mejor dotado en la región para atender enfermedades complejas y en pacientes afiliados al régimen subsidiado? ¿Dónde terminarán los estudiantes de la escuela de medicina de la Universidad del Valle, y la investigación que allí se adelanta? La agonía del Hospital Universitario no puede continuar. Y si bien el Departamento del Valle es uno de sus deudores más importantes, la Nación tiene que asumir el papel que le corresponde para salvarlo. Que empieza por obligar a las EPS a pagarle la deuda de más de $81.000 millones y por reconocer su importancia para el suroccidente, la región de Colombia más golpeada por la violencia y el atraso.

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