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Jueves de humildad

De alguna manera el nuevo Pontificado que quiere iniciar Francisco está signado por la humildad y el amor. Ello explica su inclinación a la defensa de los pobres y al alejamiento de toda pompa y vanagloria. El Jueves Santo es el día apropiado para que su nuevo mensaje resplandezca y las ovejas descarriadas encuentren el camino del rebaño.

28 de marzo de 2013 Por:

De alguna manera el nuevo Pontificado que quiere iniciar Francisco está signado por la humildad y el amor. Ello explica su inclinación a la defensa de los pobres y al alejamiento de toda pompa y vanagloria. El Jueves Santo es el día apropiado para que su nuevo mensaje resplandezca y las ovejas descarriadas encuentren el camino del rebaño.

El Jueves Santo es un día esencial de la cristiandad. En él se suceden dos acontecimientos extraordinarios: Jesús lava los pies de sus discípulos, lo que es considerado un acto de humildad excelso, y en la noche comparte con ellos la última cena, en la que establece el momento culminante de la liturgia cristiana.De allí que la misa papal de Semana Santa, realizada el jueves, sea considerada uno de los actos más importantes que celebra la Iglesia Católica. Aunque seguía siendo un acto de devoción que inspiraba a millones de personas, estaba rodeada de una escenografía espléndida cargada del boato cardenalicio y parecía ajena a gente del común.El papa Francisco, que sorprendió al mundo desde la elección de su nombre, anunció que celebraría la misa del Jueves Santo en un centro de reclusión de jóvenes delincuentes, reafirmando así su propósito de dar un vuelco al catolicismo y volver al espíritu cristiano de la íntima comunión con los más pobres y desvalidos de la sociedad. Para el portavoz del Vaticano y para la Ministra de Justicia de Italia es gesto simbólico de quien “ha querido iniciar su Pontificado dando espacio a los pobres, a los débiles, a quienes están encarcelados, sobre todo en una cárcel de menores donde verdaderamente se recoge tanto el dolor”.Como se colige, Francisco se ha puesto a tono con el mensaje original de Cristo y su misa de Jueves Santo en medio de los presos también debe considerarse como una lección de humildad. Y, concomitante con el gesto, también se trata de un acto de amor.Al respecto y como es usual en las misas de Jueves Santo, vale la pena recordar la primera carta del apóstol Pablo a los corintios: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás”.De alguna manera el nuevo Pontificado que quiere iniciar Francisco está signado por la humildad y el amor. Ello explica su inclinación a la defensa de los pobres y al alejamiento de toda pompa y vanagloria. El Jueves Santo es el día apropiado para que su nuevo mensaje resplandezca y las ovejas descarriadas encuentren el camino del rebaño.“Comeréis de mi carne y beberéis de mi sangre” se repite en este día, recordando en la eucaristía que debemos convertirnos hasta ser uno con Cristo y capaces de sentir su dolor, soportar su agonía y, al mismo tiempo ser capaces de comportarnos como tigres ante el poder de los altivos y como bueyes mansos ante las necesidades de los pobres.El Papa quiere que este nuevo, pero antiguo espíritu, se vuelva el faro que ilumine la senda de la Iglesia Católica, corrigiendo el rumbo y volviendo a transitar por la senda del cristianismo primitivo en el que vale más el amor de un pobre que la amistad del poderoso. El mensaje del Jueves Santo es claro, así esté cifrado en gestos simbólicos.El mensaje del papa Francisco también. ¿Lo seguiremos?

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