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Intervención, ¿hasta cuándo?

8 de agosto de 2010 Por:

Suspender la venta del componente de comunicaciones de Emcali trae graves consecuencias para la ciudad.

Cuando se pensaba que la venta del 49% del componente de comunicaciones de Emcali era un hecho irreversible, según las reiteradas afirmaciones de la Superintendencia de Servicios Públicos, los supuestos interesados se abstuvieron de hacer sus propuestas, abortando de paso la esperada devolución de la empresa y prolongando una intervención que lleva ya diez años. Esa es quizás la peor de las consecuencias para Cali. Sin duda, la intervención fue necesaria para evitar el colapso de una entidad que se deshacía entre el desgreño de las malas administraciones, la voracidad del clientelismo y la corrupción, y el abuso de un sindicalismo dirigido por quienes cimentaron una próspera carrera política con Emcali y ahora pretenden presentarse como sus salvadores desde el Senado de la República. Ese era el panorama cuando el 8 de agosto del 2002 el presidente Álvaro Uribe se comprometió en su recuperación.Muchas cosas han pasado desde entonces, en la que fuera empresa modelo de servicios públicos en Colombia. Entre ellas está el compromiso solemne del Gobierno Nacional de devolverle a la empresa el billón de pesos que le debe, producto de la reestructuración financiera, para que lo invierta en el mejoramiento de los servicios a su cargo. Fue una decisión que despejó su futuro y terminó con los afanes privatizadores de algunos altos funcionarios.La que parece ser la última exigencia de la entidad interventora de Emcali, tuvo un grave tropiezo el pasado miércoles, cuando debió aplazarse el proceso con el cual se conseguía un socio en Telecali que debe adquirir el 49% de ella y encargarse en delante de su operación. Fue una inesperada situación que dio al traste con las reiteradas y enfáticas afirmaciones de la Superintendente sobre lo irreversible del proceso. Además de suspender el proceso para conseguir el socio en un negocio amenazado por la competencia de las empresas que aspiran a ser socias, la abrupta interrupción redundará otra vez en el valor de Telecali, toda vez que cada día pierde más usuarios. Y Emcali seguirá sometida a un régimen de intervención que demora la adopción del código de buen gobierno necesario para garantizar a los caleños que no regresarán las prácticas clientelistas causantes de su desgracia.Esas son algunas de las consecuencias de la suspensión producida el pasado miércoles. La otra, la más grave, son las amenazas reiteradas de la Superintendente de hacer exigible la deuda de un billón de pesos a la Nación por no cumplirse los pasos que ella definió. Habría que decirle entonces que la ciudad no es culpable de lo ocurrido con Telecali, y que el compromiso solemne del presidente Uribe con Cali debe ser honrado.Esa es la situación que ahora debe resolver el presidente Juan Manuel Santos. Entendiendo la urgencia y la importancia de conseguir un socio estratégico para Telecali, explicado en forma por demás abundante, nada sería más perjudicial para Emcali que prolongar en forma indefinida una “intervención con fines de liquidación” que lleva ya diez años. Ya es hora entonces de terminar con una medida que si bien fue necesaria en sus orígenes, hoy causa daño a los intereses de Cali.

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