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Indignación en Perú

Como varias en América, la democracia peruana atraviesa una de sus horas más bajas y se deben tomar las decisiones necesarias para atender la indignación de sus ciudadanos.

29 de julio de 2018 Por: Editorial .

Por tercera vez en los últimos días, miles de peruanos salieron a las calles de las principales ciudades de su país para manifestarse contra la corrupción de su clase política y judicial.

El repudio de la comunidad llegó al punto que muchos se disfrazaron con indumentarias que simulaban a jueces con cabezas de rata y algunos llevaron pancartas en las que reclamaban una asamblea constituyente para reformar los poderes del Estado. En vísperas del día de la Independencia, muchos peruanos portaron banderas nacionales en las que el color rojo fue cambiado por un negro intenso como símbolo del duelo por la crisis de su país.

Las movilizaciones se concentraron en Lima, Cuzco, Huaraz, Ayacucho, Arequipa y Trujillo. El escándalo se hizo público cuando se revelaron interceptaciones telefónicas en las que se evidenció una amplia red de tráfico de influencias y delitos que van desde el cohecho hasta el prevaricato, en las más altas instancias del Poder Judicial, altos magistrados, empresarios y políticos.

La indignación de la ciudadanía se hizo más evidente por cuanto el sistema judicial había sido ampliamente respaldado en los procesos que adelanta contra la clase política. Varios de sus líderes, incluyendo expresidentes, son investigados por recibir sobornos para favorecer a Odebrecht y a otras constructoras brasileñas. Hoy en Perú se preguntan si estos procesos tuvieron una motivación política o fue que no se lograron concertar a tiempo los pagos apropiados para evitar las investigaciones.

Este escándalo de corrupción judicial provocó la salida del presidente del Poder Judicial y los siete magistrados del Consejo Nacional de la Magistratura, además de que les costó el cargo al Ministro de Justicia y sus dos viceministros. Pero también una decena de jueces, congresistas, empresarios y hasta el presidente de la Federación Peruana de Fútbol están involucrados en la cadena de coimas revelada.

La ola de indignación popular fue aprovechada por el presidente Martín Vizcarra, quien manifestó su respaldo a las movilizaciones ciudadanas. Justamente, Vizcarra reemplazó en el cargo a Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció agobiado por acusaciones de corrupción y soborno. “Las movilizaciones que se están convocando tienen mi respaldo, porque juntos tenemos que combatir la corrupción”, dijo el presidente, quien aceptó que después de estos escándalos, los próximos días, meses y años serán muy difíciles para el Perú.

No le falta razón al Jefe de Estado. Su país atraviesa una profunda crisis institucional y todos sus poderes se encuentran sumidos en el desprestigio causado por los graves actos de corrupción que se destapan con frecuencia. Lo más lamentable es que los ciudadanos han perdido la confianza y será un largo proceso recuperarla. Hoy los peruanos reclaman acciones y decisiones.

No solo urge una depuración del sistema sino unas sanciones que respondan al clamor nacional. Como varias en América, la democracia peruana atraviesa una de sus horas más bajas y se deben tomar las decisiones necesarias para atender la indignación de sus ciudadanos.

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