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Hay que seguir adelante

Sin desconocer la importancia que tiene la negociación con las Farc y la implementación de los acuerdos alcanzados o los distintos puntos de vista sobre ellos, ya es hora de seguir adelante.

2 de junio de 2019 Por: Editorial .

Conocida la sentencia de la Corte Constitucional sobre las objeciones del presidente Iván Duque a la ley reglamentaria de la Justicia Especial de Paz, es momento para reclamar que se cambie la agenda pública para atender los problemas que vive la Nación. Sin desconocer la importancia que tiene la negociación con las Farc y la implementación de los acuerdos alcanzados o los distintos puntos de vista sobre ellos, ya es hora de seguir adelante.

Más de siete años se ha llevado el debate sobre esa negociación entre sus defensores y sus opositores. Y se conoce la decisión de los colombianos a través del plebiscito celebrado el 1 de octubre de 2016, la intención del Gobierno actual de cambiar algunos puntos del reglamento de la JEP, los pronunciamientos de la justicia sobre su constitucionalidad y el debate intenso en los medios de comunicación y en el Congreso de la República. Esa enumeración demuestra hasta dónde lo que se ha denominado la paz ha concentrado la actividad gubernamental y política.

Ahora, la sentencia de la Corte Constitucional da por terminado la extensa polémica sobre las objeciones presidenciales. Y aunque en algunos sectores oficiales se habla de presentar iniciativas en el Legislativo para adoptar algunos de los cambios propuestos por el Ejecutivo, quedó claro que a partir de ahora, la responsabilidad de evitar males como la evasión y la impunidad de los narcotraficantes o los peligros que se han visto, correrá a cargo de los Jueces de la República.
Ellos, desde la JEP, la misma Corte Constitucional, la Corte Suprema y la Fiscalía General, tendrán a su cargo la protección de los intereses nacionales para que no sean lesionados por la mala aplicación o las interpretaciones tendenciosas de los acuerdos. Evitar que se evadan las obligaciones adquiridas por las Farc, que cualquiera de sus integrantes siga delinquiendo y que no se cumpla con el resarcimiento a las víctimas, será su tarea.

Pero ya es tiempo de mirar hacia los temas que hoy gravitan en la vida de los colombianos. Está en primer lugar el combate al narcotráfico y a la delincuencia que azota a muchas zonas de Colombia. Y luego, la necesidad de hacer cambios en la Justicia para que atienda la voz de los colombianos, de combatir la corrupción que se queda con los recursos públicos y privados y destruye la confianza en el Estado de Derecho.
Y en la mitad está el desempleo que crece, la migración de más de un millón de personas que huyen de Venezuela o los síntomas de desaceleración que parece mostrar nuestra economía. El centralismo que es motivo de angustias para la buena marcha del país y la falta de decisiones para realizar una verdadera reforma política que limpie la democracia de tantos vicios, deben estar también en el primer lugar del interés nacional.

Estos y muchos otros asuntos llevan años a la espera de soluciones. Es eso lo que debe enfrentarse ahora si queremos tener un país mejor. Por ello es el momento de pasar la página de la paz y dedicar el esfuerzo a resolver los problemas que acosan a muchos compatriotas y cuya dilación agota la credibilidad en nuestras instituciones.

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