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Entre legislar y educar

Colombia se enfrentará en los próximos años a un grave problema ambiental y de salud si no reduce la cantidad de basura que se deposita en rellenos sanitarios o termina expuesta a cielo abierto.

13 de octubre de 2017 Por: Editorial .

Colombia se enfrentará en los próximos años a un grave problema ambiental y de salud si no reduce la cantidad de basura que se deposita en rellenos sanitarios o termina expuesta a cielo abierto. La solución está en reciclar, una tarea que se logra con educación más que con leyes.

Cada año se producen 14 millones toneladas de residuos de los cuales apenas el 17% se recicla, una cantidad demasiado pequeña si se compara con el 99% de Suecia, el 63% de Alemania o el 33% de México. El retraso es evidente cuando se trata de darle una segunda oportunidad a los desechos que genera el país. Frente a ese rezago, se entiende que entidades como el Ministerio del Medio Ambiente propongan un marco regulatorio para el manejo integral de las basuras.

La necesidad no es de ahora. Han pasado décadas desde que se empezó a hablar de la importancia de cambiar la mentalidad de los colombianos sobre la forma en que disponen sus basuras y ayudarles a entender las consecuencias que tiene, para su entorno inmediato y para el resto del Planeta, continuar bajo los parámetros de producir, consumir y desechar. Esa economía lineal en la que todo se bota después de usado o cuando su ciclo útil ya pasó, es la que se debe transformar por la salud ambiental y pública de nuestro país.

Para el Gobierno Nacional la mejor forma de hacer el paso hacia una economía circular, en la que la mayoría de los desechos se reutilice, es a través de una legislación que regule la disposición final de los residuos. Por eso se prepara para presentar un proyecto de ley con la cual busca definir la actividad del reciclaje en Colombia y garantizar a futuro la descongestión de los lugares a los que hoy se llevan las basuras.

La urgencia está en que la vida útil de varios rellenos sanitarios termina en pocos años y cada vez es más difícil encontrar lugares adecuados para ello. También porque al menos en el 10% de los municipios los basureros siguen a cielo abierto sin los controles sanitarios, o no hay certeza de que los efectos de la descomposición de los residuos, que dura entre 40 o 50 años, puedan minimizarse. Es ahí cuando reciclar se hace urgente.

La pregunta es si con una nueva ley se conseguirá ahora lo que no se ha logrado en años: convencer a los colombianos sobre la necesidad de separar los desechos desde su origen en el hogar o reutilizar aquellos que aún tienen alguna utilidad. O si por cuenta de la legislación municipios como Cali cumplirán la promesa reiterada de hacer del reciclaje una industria productiva. En un país donde el 70% de la basura es de origen orgánico y podría convertirse en biomasa para generar energía, es un sinsentido no clasificarla y darle el uso adecuado.

Reciclar es sobre todo una decisión personal, por eso no habrá ley que valga si en primer lugar no se le enseña a la población cómo se realiza esa labor, por qué beneficia a todos y cuáles son las consecuencias ambientales de no hacerlo. Ya se ha perdido un tiempo valioso, pero no es tarde para que Colombia haga un manejo apropiado de sus basuras, les dé un uso útil y adopte al fin una cultura del reciclaje.

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