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Entre la retórica y la realidad

"Desconociendo el momento que vive Colombia y el rechazo a su barbarie, las Farc insisten en usar la retórica para desconocer la realidad del rechazo a su violencia. Y persisten en mantener la amenaza de no entregar las armas mientras quieren participar en política pero desconocen a las instituciones que deberán usarse para refrendar lo que se pacte, si es que se pacta, en La Habana".

18 de junio de 2013 Por:

"Desconociendo el momento que vive Colombia y el rechazo a su barbarie, las Farc insisten en usar la retórica para desconocer la realidad del rechazo a su violencia. Y persisten en mantener la amenaza de no entregar las armas mientras quieren participar en política pero desconocen a las instituciones que deberán usarse para refrendar lo que se pacte, si es que se pacta, en La Habana".

Durante seis meses, el país ha presenciado el discurrir de los diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc. Son conversaciones que se mueven entre la reserva prudente de una mesa en la que la presencia de los países amigos obliga a trabajar con sigilo para tratar de lograr avances y la diaria avalancha de discursos retóricos con los que la delegación de la guerrilla se empeña en mostrar algo muy distinto a lo que está ocurriendo en La Habana y en Colombia. La diferencia es explicable porque lo que hasta ahora queda claro es que las intenciones de unos y otros son muy distintas. Por el lado del Gobierno y de la delegación que lo representa no parece caber duda sobre el propósito de buscar un acuerdo que termine el conflicto que por décadas ha causado muerte, pobreza y destrucción. Esa voluntad, acompañada por una porción importante de la Nación, explica que el proceso sea uno de los temas sobre los cuales existe mayor interés en la opinión pública nacional e internacional. Y que se estén discutiendo con interés los temas sobre los cuales giran los diálogos en Cuba. Por ejemplo, el asunto agrario y la necesidad de producir cambios para su democratización generaron un gran debate que aún no termina por cuanto no ha sido posible conocer el acuerdo al que llegaron los negociadores. No obstante que el Gobierno anunció una política para el campo que debió discutirse frente a todos los colombianos y no sólo con las Farc, el país ha venido aceptando la necesidad de hacer concesiones que permitan el reintegro de la guerrilla a la sociedad. Pero para ello es necesario que se le responda con similar interés, lo que hasta ahora no ocurre. Desconociendo el momento que vive Colombia y el rechazo a su barbarie, las Farc insisten en usar la retórica para desconocer la realidad del rechazo a su violencia. Y persisten en mantener la amenaza de no entregar las armas mientras quieren participar en política pero desconocen a las instituciones que deberán usarse para refrendar lo que se pacte, si es que se pacta, en La Habana.Así, la exigencia ante los micrófonos de concesiones que no les serán otorgadas, se convierte en la realidad que las Farc pretenden crear. Con lo cual solo logran erosionar la credibilidad de los diálogos, además de poner en duda su voluntad de paz. ¿Acaso es posible que el país cite a una Constituyente para darle gusto a un grupo que, además de causarle un gran daño a la Nación, no representa a más del 1% de la población colombiana? ¿Será posible citar a esa Asamblea cuando la guerrilla descalifica el proceso democrático para definir su temario y elegir a sus integrantes?Las declaraciones oficiales que niegan la posibilidad de la Asamblea Constituyente exigida por la guerrilla son suficientes para entender hacia dónde van los diálogos si ésta persiste en su actitud. Y si persevera en su actitud de desconocer la voluntad de los colombianos y de crear un mundo ficticio e irreal a través de sus palabras. Con lo cual, las Farc estarán demostrando que, como en las ocasiones anteriores, la negociación no es de su interés.

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