El pais
SUSCRÍBETE

En qué va la reforma

"Quedan tres semanas para terminar la presente legislatura. En ese plazo debe tramitarse la reforma tributaria, una de las necesidades más apremiantes para devolverle la estabilidad a las finanzas de la Nación, y despejar así las inquietudes que despierta la situación fiscal".

25 de noviembre de 2016 Por:

"Quedan tres semanas para terminar la presente legislatura. En ese plazo debe tramitarse la reforma tributaria, una de las necesidades más apremiantes para devolverle la estabilidad a las finanzas de la Nación, y despejar así las inquietudes que despierta la situación fiscal".

Quedan tres semanas para terminar la presente legislatura. En ese plazo debe tramitarse la reforma tributaria, una de las necesidades más apremiantes para devolverle la estabilidad a las finanzas de la Nación, y despejar así las inquietudes que despierta la situación fiscal.Esa es la explicación de fondo sobre lo que está sucediendo alrededor de una iniciativa que si bien se presenta como reforma estructural, su objetivo cambió en forma dramática. Una cosa hubiera sido cuando hace dos años el país atravesaba una de las situaciones más holgadas de su historia en materia de ingresos, época en la cual se produjo la convocatoria de la comisión de expertos para revisar la estructura impositiva en función de adecuarla a las necesidades del país.Otra muy distinta es la que se presenta hoy. Con la caída radical de la renta del petróleo, el Estado perdió el soporte principal de su gasto, llegando su déficit a niveles que causan alarma y producen llamados constantes de advertencia desde las calificadoras de riesgo, punto de vista obligado en la economía global. Además, se redujeron los ingresos en divisas producto del menor valor del petróleo y de los minerales en los mercados internacionales mientras las exportaciones experimentan crecimientos que no alcanzan para reemplazar y cubrir el déficit permanente en la balanza de pagos. Ahora, la situación ya no está para diseñar y aplicar estrategias de política fiscal a largo plazo, dirigidas a incentivar las exportaciones o a reactivar la industria interna que fue desplazada de los mercados por la competencia de las importaciones estimulada por una revaluación sin control y por la apertura indiscriminada que trae consigo la globalización económica. Ni para pensar en contraer el gasto público de forma tal que se puedan evitar los aumentos en los impuestos y los cambios que propone el proyecto presentado por el Gobierno Nacional al Congreso.Por las razones que sean, se perdió entonces la oportunidad de oro para reformar el andamio fiscal y tributario. Infortunadamente, y por más esfuerzos del Ministro de Hacienda para tratar de convencer sobre el carácter estructural del cambio propuesto, la realidad es muy distinta. Aunque hay algunos intentos como las sanciones a la evasión, en casi todo el proyecto se nota el afán por generar más ingresos con los cuales detener la tendencia a endeudar a la Nación para cubrir la demanda de recursos que generan los compromisos adquiridos en épocas de bonanza, o los que demanden las iniciativas que hay en el acuerdo con las Farc. Es la razón por la cual aprobar la reforma tributaria se ha transformado casi que en un imperativo para Colombia. Por eso es necesario que el Congreso revise en forma detallada las decisiones que va a tomar, a efectos de impedir que se produzcan daños a la actividad económica que ahuyenten la inversión generadora de empleo y desarrollo. Y para impedir que el fiscalismo vuelva por sus fueros y contribuya de nuevo a la inequidad que grava a los menores ingresos, aumentando la brecha al limitar la capacidad adquisitiva de las familias.

AHORA EN Editorial