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En el filo de la navaja

A tres meses de posesionado, el gobierno del Perú pasa ya sus peores momentos, producto de la crisis política que desataron sus primeras decisiones.

18 de octubre de 2021 Por: Vicky Perea García

A tres meses de posesionado, el gobierno del Perú pasa ya sus peores momentos, producto de la crisis política que desataron sus primeras decisiones. Y el Perú mismo también vive la incertidumbre de no saber hacia dónde se dirige su presidente y qué hará para mandar un mensaje que despeje las dudas y le diga a qué atenerse en el futuro.

El primer jefe de gobierno del presidente Pedro Castillo y el gabinete que designó, fue la demostración de su compromiso con Perú Libre, el partido del extremista Vladimir Cerrón que lo acogió y lo eligió como primer mandatario de los peruanos en una elección en la que triunfó por décimas. Y más se demoró Guido Bellido, exguerrillero y hombre de confianza de Cerrón, en escoger a los ministros que en empezar a desafiar y a amenazar con expropiaciones mientras algunos de los designados cumplían idéntica tarea.

Lo que siguió estaba cantado. Aunque el Congreso le dio un voto de confianza al aprobar ese gabinete, evitando con ello la posible convocatoria a elecciones que le autoriza la constitución al presidente en caso de un bloqueo, las críticas por los mensajes destructivos, las desavenencias entre sus integrantes y la confrontación con el mismo presidente Castillo que ofrece un gobierno de izquierda aunque moderado, terminaron con su renuncia. Y con una profunda división en las huestes del partido que lo llevó al poder y ahora lo censura.

Bellido y su gabinete duraron 68 días, un récord de fugacidad en el Perú. Y en el galimatías en el que se ha convertido su gobierno, Castillo convocó a Mirtha Vázquez para formar un nuevo gabinete, “una dirigente vista como dialogante y representante de una izquierda más moderada, que ya ha señalado que la reforma de la Constitución no es una prioridad”. Es decir, el presidente produjo un cambio, prefirió la moderación y ahora pretende tranquilizar a su país el cual sigue sumido en el desconcierto.

Ahora se espera que el Congreso, de amplia mayoría opositora, acepte el nuevo equipo de ministros propuesto por la señora Vázquez, senadora y expresidente de la corporación. Pero esta vez contará con la furiosa oposición de Cerrón y sus seguidores en el que debería ser el partido de gobierno, aunque ya se conoce la profunda división encabezada por los pragmáticos que saben de las bondades de estar al lado de quien maneja el presupuesto y los cargo.

Entre tanto, los partidos tradicionales aguardan en silencio el desenlace, con la seguridad de que aprobarán el nuevo gabinete para evadir la llamada cuestión de confianza que faculta al presidente a revocarlos. Y Perú continúa registrando la peligrosa caída en los índices de confianza y los indicadores macroeconómicos, causada por la llegada de un gobierno proclive al socialismo siglo XXI, a las nacionalizaciones y poco amigo de la libertad de empresa.

De nuevo, y como pasó con los cinco gobiernos anteriores que desfilaron en cuatro años y cayeron por acusaciones de corrupción, el país vecino está en el filo de la navaja de una política alejada de sus ciudadanos y de un sistema en el cual será difícil encontrar las soluciones que demanda el pueblo peruano.

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