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En defensa de la vida

La extinción de especies hace parte del proceso evolutivo de un planeta como el nuestro, considerado joven y aún en transformación. Lo normal es que esos ciclos de pérdida se tomen miles o millones de años para...

26 de abril de 2019 Por: Editorial .

La extinción de especies hace parte del proceso evolutivo de un planeta como el nuestro, considerado joven y aún en transformación. Lo normal es que esos ciclos de pérdida se tomen miles o millones de años para finalizar; lo ilógico es que en apenas unas décadas cientos de familias del reino animal o vegetal desaparezcan por completo y que el panorama futuro se prevea aún peor.

La investigación adelantada durante los últimos tres años por un panel de expertos científicos liderado por la Organización de Naciones Unidas, ha concluido que entre medio millón y un millón de especies de vida están en riesgo de extinción. Aunque factores como el cambio climático han sido determinantes para ello, la responsabilidad de esa extinción acelerada se debe sobre todo a los cambios que están sufriendo los ecosistemas por acción de los seres humanos.

Pronosticar desapariciones masivas a corto o mediano plazo es arriesgado, pero hay ejemplos de que sí está sucediendo y hay que hacer algo para frenar esos procesos, que pueden significar un desastre para el mundo. Si en los últimos cinco siglos unas mil especies de animales y plantas se extinguieron, el pronóstico es que una de cada ocho se perderá en cuestión de años o en las próximas décadas.

Ya el rinoceronte blanco es historia y de la tortuga gigante que habitaba en las Islas Galápagos solo quedan fotos. En la Antártida desapareció la segunda colonia de pingüinos emperador, que sucumbió luego de que desde el 2016 todas sus crías murieran ahogadas porque año tras año se derritió la plataforma de hielo antes de que los polluelos estuvieran listos para nadar. O para tener un ejemplo más cercano, en Colombia ya se perdió el 90% del bosque tropical seco y nada garantiza que no suceda lo mismo con el 10% que todavía queda.

Según la investigación de la ONU, que será analizada la próxima semana por representantes de 130 países, el peor enemigo para la conservación de las especies son las 7500 millones de habitantes que hoy tiene el Planeta. Ellos, los depredadores mayores que llegarán a 9500 millones en el año 2050, son los que han “alterado gravemente” las tres cuartas partes de la superficie terrestre, el 40% del entorno marino y la mitad de las fuentes hídricas del Planeta, lo que se traduce en ecosistemas afectados, hábitats destruidos y recursos naturales arrasados.

Hablar de una sexta extinción de especies en el planeta puede ser exagerado, pero el proceso sí se ha acelerado. Lo que hoy se ve es un interés mayor de la humanidad por emprender acciones que permitan enmendar el daño causado y en lo posible revertirlo, pero hasta ahora no han sido más que buenas intenciones en su mayoría.

La alerta tiene que permanecer encendida para que al mundo no se le olvide que debe hacer lo imposible para evitar que la vida y la biodiversidad de la Tierra se sigan acabando. Esa es la responsabilidad que todos tenemos con el Planeta.

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