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En busca del diálogo

"La reunión de dignatarios del viernes pasado en París para tratar de encontrar fórmulas que permitan relanzar el proceso de paz entre Israel y Palestina, se cumplió tal y como quizás lo esperaba su propulsor, el presidente François Hollande: sin efectos inmediatos".

6 de junio de 2016 Por:

"La reunión de dignatarios del viernes pasado en París para tratar de encontrar fórmulas que permitan relanzar el proceso de paz entre Israel y Palestina, se cumplió tal y como quizás lo esperaba su propulsor, el presidente François Hollande: sin efectos inmediatos".

La reunión de dignatarios del viernes pasado en París para tratar de encontrar fórmulas que permitan relanzar el proceso de paz entre Israel y Palestina, se cumplió tal y como quizás lo esperaba su propulsor, el presidente François Hollande: sin efectos inmediatos.Los dos protagonistas no figuraron en la lista de invitados. Como tampoco sorprendieron sus reacciones a la cita. A la OLP le pareció “importante”, tras interpretar, muy a su manera, que la misma apuntaba a un solo destinatario. Y Tel Aviv cree que lo de la capital francesa, que contó, con la presencia de Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia, países de la Liga Árabe y la Unión Europea, solo servirá para alejar las perspectivas de una salida pacífica y radicalizar a sectores extremistas de la contraparte.Eso, que a simple vista podría interpretarse como un fracaso, tiene otras perspectivas. La primera de ellas es que, tras el cese de las negociaciones en 2014, la iniciativa de Hollande podría ser la primera para un nuevo acercamiento, por encima de las distancias que hoy separan a las administraciones de Benjamín Netanyahu y Mahmud Abbas.Los cálculos apuntan a una mesa de reencuentro antes de que termine el año, aunque de ambos lados el camino está empedrado. Colonización, episodios de violencia de lado y lado, gobiernos cada vez más próximos a la derecha, en caso del de Netanyahu, y en franco estado de descomposición como el de la Autoridad Palestina, sin elecciones hace diez años, harán más dura la ruta. Pero ese es precisamente el reto a asumir. Sobre todo porque si el panorama que compete a israelíes y palestinos es bien complejo, la menor institucionalidad y mayor influencia de los radicalismos en la región genera a la vez un vacío que podrían llenar los yihadistas, tal cual ha sucedido en Iraq y Siria. Aunque otras son las prioridades de Palestina e Israel, así como la decisión de volver a conversar no depende exclusivamente de la buena voluntad. En ese sentido, la cumbre de la semana pasada planteó incentivos económicos para unos y seguridad regional para los otros, con el fin de crear un ambiente más propicio al diálogo.Está claro que, como se dijo una vez más en París, la paz, siempre lejana, sólo llegará del camino común que elijan las partes. Quizá de la mano del plan más viable, el de los dos Estados que de todas maneras requerirá de la comunidad internacional como garante para que así sea y así funcione. La historia dirá que por estos días, un desgastado Hollande hizo otro intento de los muchos que se han realizado para acercar a dos enemigos obligados a resolver sus problemas. Y que, al mismo tiempo, otro mandatario, el presidente egipcio Abdelfatá al Sisi, puso sobre la mesa la fórmula de convencer a Al Fatah y a Hamás para que sean uno solo a la hora de negociar con Israel, propuesta que no disgusta a Benjamín Netanyahu. Ambos son intentos para dar con la paz, sobre los que no se puede decir nada diferente a lo que respondió el vicepresidente John Kerry cuando le preguntaron sobre sus expectativas: “Ya veremos qué pasará”. Es decir, poco.

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