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El triunfo de Sudáfrica

12 de julio de 2010 Por:

Con el sufrido y orgulloso triunfo de España, terminó en Sudáfrica la décima novena Copa del Mundo, la primera organizada por una nación del continente africano.Éste, que es el evento deportivo de mayor impacto universal, demostró una vez más cómo la humanidad no sólo necesita sino que requiere de tiempo libre para el esparcimiento y la sana recreación. Por fortuna, el campeón de esta ocasión es la selección nacional que privilegia, más que el ganar, el hacerlo con buenas maneras y sin abusar de las reglas del juego. España campeón demostró que en el deporte, al igual que en otras actividades de la vida, es posible llegar a la victoria sin apelar a malas artes.Y así como los deportistas ganaron, ganó la humanidad, que pudo presenciar durante un mes los enfrentamientos simbólicos entre diferentes países de la tierra y diferentes culturas, sin que estuvieran manchados por la violencia, por reacciones destructivas de los perdedores, y ni siquiera por salidas de tono ante los errores de los jueces.También ganó África, ese territorio que es cuna del ser humano, esa tierra del dolor y la desesperanza que contrasta con la amabilidad de su gente. A través del país anfitrión demostró que podía albergar a las naciones del mundo, brindarles cariño y alegría y hacerlos sentir como en su propia casa.América hizo lo suyo. Pese a contar con una pequeña representación, logró que la mitad de los equipos de los cuartos de final fueran oriundos de esta parte del mundo. Incluso en Estados Unidos, una potencia que poco ha mirado a este deporte, los ánimos de los ciudadanos estuvieron atentos a los sucesos de Sudáfrica y fueron evidentes las señales de un mayor gusto por el fútbol: bares abiertos desde las siete de la mañana para ver los partidos, pantallas gigantes en plazas públicas y más publicidad asociada al deporte.Como es apenas lógico, ganó Sudáfrica, la llamada “nación del arco iris” por el carácter multirracial y multicultural de su ciudadanía, que abarrotó los estadios y contagió al mundo con su alegría, pese a que sus representantes fueron eliminados en primera ronda. Aunque fueron enormes los costos en que incurrió, son mucho mayores los beneficios que cosechó el empeño de Nelson Mandela su líder indiscutido. Buena parte de la humanidad posó la vista sobre su territorio, sus ciudades, su flora y fauna y, ante todo sobre su cálido y amigable pueblo. Este país, durante tanto tiempo aislado a consecuencia de la feroz política de discriminación racial, o apartheid, con la Copa del Mundo recibió el espaldarazo de una comunidad mundial agradecida por su hospitalidad.Al final ganamos todos, pues los valores que transmite este deporte de multitudes inundaron el planeta. El predominio del trabajo en equipo sobre la capacidad individual, la necesidad de que cada uno desarrolle destrezas profesionales, la valía de tener “una mente sana en cuerpo sano”, y el valor como virtud que lleva a entregar todos los esfuerzos sin importar el cálculo de posibilidades, son enseñanzas que el fútbol difunde y que llegan al corazón de los jóvenes gracias a este gran torneo. Adiós a Sudáfrica y bienvenido Brasil, dentro de cuatro años.

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