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El triunfo de Paulina Vega

Alguien dirá que alegrarse por una victoria en Miss Universo es un síntoma más de nuestro folclor tercermundista. Pero, ¿qué parte de nuestra alma se ha petrificado hasta el punto en que ya ni las buenas noticias las interpretemos como buenas?

27 de enero de 2015 Por:

Alguien dirá que alegrarse por una victoria en Miss Universo es un síntoma más de nuestro folclor tercermundista. Pero, ¿qué parte de nuestra alma se ha petrificado hasta el punto en que ya ni las buenas noticias las interpretemos como buenas?

No solo Barranquilla está de Carnaval anticipado. Colombia, como una sola, sin miramientos regionalistas de por medio, siente como propia la victoria de Paulina Vega en Miss Universo. Y no es para menos. De este tipo de triunfos también está hecha una Nación, mucho más una que se acostumbró a las malas nuevas, la que parece conforme con recibir las palmadas de pesar en la espalda, la que ve pasar de largo las victorias, la que recibe el ramo de consolación y jamás la corona. Ayer pasó de eso a recibir el aplauso y congratularse con el triunfo de Paulina. La historia cambió, así hubiera demorado 57 años. Y de qué manera lo testimoniamos a través del papel cada vez más relevante que juegan nuestros deportistas, nuestros músicos, nuestros escritores, nuestros cineastas, nuestros diseñadores, nuestros creadores e intérpretes en todos los campos y, ¿por qué no?, nuestras reinas.Cada cual, desde su lugar del mundo, por más pequeño que parezca, es responsable del cambio. Y Paulina Vega, con su belleza que roba el aliento, con su determinación, disciplina y valentía ha hecho más por Colombia que muchos otros que se pregonan salvadores.Esta joven de 22 años se puso de pie, proclamó su orgullo de ser colombiana y lanzó un mensaje concreto y contundente: “Somos gente perseverante. A pesar de cualquier obstáculo, seguimos luchando por lo que queremos lograr. Después de muchos años de dificultad estamos logrando liderar diferentes escenarios a nivel mundial”.Ojalá hiciéramos nuestras esas palabras y perseveráramos también hacia la paz, hacia el bien común, hacia el respeto por la ley, hacia la honestidad. Ojalá coronáramos a Colombia con nuestras acciones de justicia, con nuestra labor bien cumplida de cada día. Alguien dirá que alegrarse por una victoria en Miss Universo es un síntoma más de nuestro folclor tercermundista. Pero, ¿qué parte de nuestra alma se ha petrificado hasta el punto en que ya ni las buenas noticias las interpretemos como buenas?No alegrarse, ni siquiera por lo bueno, puede indicar que la dureza de nuestras realidades ha penetrado hasta las capas más profundas y nos ha privado del privilegio de disfrutar las alegrías más sencillas, simples y blancas de la vida. Que avance entonces, que crezca este carnaval de alegría, no para distraernos de las tareas pendientes, sino para hallar en ellas aire fresco y alivio, pues el camino es largo.Lo que ayer era impensable, hoy es realidad. El país del estigma, hoy celebra su belleza. El país pesimista hoy tiene un gran triunfo de la mano de la mujer más bella. Y como diría el estudioso del alma humana, el teólogo y psicólogo alemán Anselm Grün, nunca hay que desdeñar el poder de las imágenes positivas pues ellas resuenan en nuestro interior y tienen poder para crear nuevas realidades. Gracias, Paulina.

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