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El triunfo de Nairo

Nairo Quintana y Esteban Chávez, así como Darwin Atapuma, el esforzado nariñense que también dio de qué hablar en la vuelta ibérica, obligan hoy a la admiración y reconocimiento a sus condiciones y calidades humanas y deportivas.

12 de septiembre de 2016 Por:

Nairo Quintana y Esteban Chávez, así como Darwin Atapuma, el esforzado nariñense que también dio de qué hablar en la vuelta ibérica, obligan hoy a la admiración y reconocimiento a sus condiciones y calidades humanas y deportivas.

Cuarenta y siete millones de colombianos vibraron ayer con el triunfo de dos compatriotas en la Vuelta a España versión 2016: Nairo Quintana, ganador indiscutido, el mejor ciclista de nuestra historia, y uno de los grandes de ese difícil deporte; el otro, Esteban Chaves, que con su tercer lugar recibió el reconocimiento por su indiscutible calidad.Ese par de campeones se tomaron a Madrid y la convirtieron en lugar para una fiesta de colombianos agradecidos por lo que el triunfo significa. Nairo, detrás de quién están las esperanzas de Colombia, hizo honor a ese sentimiento. Su historia es la de un hombre privilegiado pero también del esforzado, disciplinado y serio deportista que desde su infancia hizo del ciclismo algo más que su medio de transporte en las montañas de Boyacá, para llegar a ser el epicentro del interés por su hazaña.El antecedente fue el inolvidable Luis Herrera, de Fusagasugá, quien hace 29 años obtuvo el mismo triunfo en España. La diferencia puede estar en los progresos técnicos y en el interés que los grandes equipos del concierto internacional tienen sobre nuestros ciclistas. Pero el fondo está en la huella que han dejado centenares de ellos en todas las competencias del mundo, la de los escarabajos que no tienen límite en el esfuerzo y la abnegación. Que se entregan con pasión para alcanzar el triunfo y el reconocimiento.La historia de Nairo es la de un ciudadano común que ha combinado sus dotes naturales con la disciplina y la constancia para triunfar en el ciclismo. Esa es la razón por la cual su equipo, requisito fundamental para el triunfo que hoy celebramos todos, lo adoptó, lo ha acompañado y le ha brindado la solidaridad necesaria para lograrlo. Es lo que le ha llevado a ganar también un Giro de Italia, a ocupar dos veces el segundo lugar en el Tour francés y un tercer puesto en este año, además de los múltiples triunfos en clásicas de renombre en Europa y América. Este boyacense sencillo es hoy el mejor embajador de nuestra nación. Sus rasgos físicos y su personalidad le han hecho acreedor del reconocimiento y la admiración que disfruta hoy con su familia. Y, como se vio en España, se transformó en el símbolo de esos millones de colombianos que emigraron en busca de nuevos horizontes y ahora celebran la victoria de Nairo como propia. Es la prueba de lo que puede hacer el deporte como generador de identidad, de paz y de orgullo para un país que se empeña en construir la convivencia y superar sus dificultades. Nairo Quintana y Esteban Chávez, así como Darwin Atapuma, el esforzado nariñense que también dio de qué hablar en la vuelta ibérica, obligan hoy a la admiración y reconocimiento a sus condiciones y calidades humanas y deportivas. Y se suman a los triunfos obtenidos durante el Tour de Francia, los campeonatos mundiales de Caterine Ibargüen y Mariana Pajón, así como las medallas de oro, plata y bronce, alcanzados en los Juegos Olímpicos de Brasil, para llenar de orgullo a Colombia. Felicitaciones a ellos y un enorme GRACIAS por lo que hacen por Colombia.

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