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El triunfo de la legalidad

El sujeto capturado es quizá uno de los más grandes delincuentes de los últimos tiempos, y utilizaba a discreción la frontera para cometer sus fechorías. Pero como a todos los últimos ‘capos’, el acoso de las autoridades colombianas y el apoyo de los vecinos significaron el fin de su carrera delictiva.

20 de septiembre de 2012 Por:

El sujeto capturado es quizá uno de los más grandes delincuentes de los últimos tiempos, y utilizaba a discreción la frontera para cometer sus fechorías. Pero como a todos los últimos ‘capos’, el acoso de las autoridades colombianas y el apoyo de los vecinos significaron el fin de su carrera delictiva.

Con la captura de Daniel ‘El Loco’ Barrera, la Policía Nacional y el Gobierno se apuntan uno de los más sonoros triunfos en la lucha contra el narcotráfico. Y aunque se habla del final de una era dominada por figuras prominentes, por ello no puede declararse como terminado el combate a la actividad que aún alimenta muchas formas de criminalidad y afecta de manera notoria la tranquilidad ciudadana. Barrera es sin duda un símbolo de crueldad y desafío contra las instituciones de seguridad de Colombia. Su larga trayectoria incluye crímenes de todo tipo contra la sociedad, contra sus competidores y contra sus aliados. Su poder nacido en pequeñas organizaciones terminó creando un verdadero imperio de terror en los Llanos, penetrando también a la Capital de la República. Así mismo, hasta sus últimas acciones estuvieron vinculadas con las Farc, logrando exportar toneladas de drogas ilícitas que aportaban jugosas utilidades a la guerrilla. Por eso son importantes tanto su captura como la colaboración que Colombia recibió de los gobiernos de los Estados Unidos, de Inglaterra y Venezuela. Ello demuestra que la lucha contra el crimen internacional es efectiva cuando las autoridades cooperan entre sí, por encima de diferencias ideológicas. Es que el sujeto capturado es quizá uno de los más grandes delincuentes de los últimos tiempos, y utilizaba a discreción la frontera para cometer sus fechorías. Pero como a todos los últimos ‘capos’, el acoso de las autoridades colombianas y el apoyo de los vecinos significaron el fin de su carrera delictiva. Las felicitaciones corresponden en primer lugar a la Policía Nacional que con paciencia y método logró encontrar la huella de los poderosos maleantes y seguirlos hasta terminar con sus imperios delincuenciales. Igual reconocimiento debe hacerse al Gobierno Nacional que durante muchos años ha mantenido la decisión política y el respaldo necesarios para acabar con organizaciones que en determinado momento desafiaron al Estado y llevaron el terror a toda la ciudadanía. Sin embargo, la tarea no ha culminado. Aún existen organizaciones como las Farc que derivan recursos del narcotráfico. Y si bien parecen terminar las grandes asociaciones de delincuentes dirigidas por personajes como Barrera, todavía quedan multitud de grupos que explotan el negocio, comandados por personajes aún anónimos que hacen carrera para suceder a quienes han sido abatidos o encarcelados. Más grave aún, es que ahora hacen énfasis en el microtráfico, la forma en que las autoridades identifican la venta de drogas al detal en las ciudades y los pueblos colombianos, afectando con saña la tranquilidad y la convivencia. Tuluá, Palmira e incluso Cali son un ejemplo de esa amenaza. Por supuesto que la captura de ‘El Loco’ Barrera debe ser celebrada como el triunfo de la legalidad frente al crimen y como homenaje a los policías, soldados y gobernantes que sin distingo alguno han aportado su esfuerzo y decisión en el combate al narcotráfico que con su inmenso poder para corromper y destruir le ha causado enormes daños a Colombia. Pero la tarea aún no termina.

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