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El símbolo del terror

24 de septiembre de 2010 Por:

"Con la muerte de ‘Jojoy’ desaparece el símbolo y el promotor del secuestro..."

Habiendo padecido Colombia unas épocas de violencia difíciles de entender donde muchos de sus protagonistas fueron arquetipos de crueldad, la historia de Víctor Julio Suárez, el ‘Mono Jojoy’, se destaca por ser el símbolo del terror contra los colombianos. Por eso, Colombia respira hoy más tranquila al registrar la noticia de que la Fuerza Pública lo dio de baja.Muchas son las víctimas sin distingo de condición social, de raza, de credo, de nacionalidad, que pagaron con su vida y su libertad las tenebrosas consignas del desaparecido cabecilla. Muchos son los recursos que fueron destruidos por la insania de sus órdenes, seguidas con aterradora obsecuencia por todos los integrantes de las Farc. En la memoria de todos aún están las imágenes de los secuestrados encerrados en los campos de concentración que el desaparecido individuo mandó a construir para demostrar su ferocidad sin límites y su decisión de pisotear los derechos y la condición humana. Eso basta para reconocer la obligación del Estado de utilizar la fuerza para terminar con el ejército del horror que comandaba ‘Jojoy’.Sin duda, no es posible alegrarse por la muerte de un ser humano. En este caso, lo que expresan los colombianos es el alivio de saber que con la muerte de ‘Jojoy’ desaparece el símbolo y el promotor del secuestro, del terrorismo y la crueldad contra cualquiera que no se plegara a sus designios. Como jefe militar de las Farc, el siniestro personaje fue el promotor del terrorismo desenfrenado, además del instigador principal del secuestro como instrumento para presionar concesiones del Estado y de la sociedad.Pero la muerte del jefe militar no significa aún el final de la violencia de la guerrilla, donde la crueldad y la sevicia reemplazaron los ideales que decía defender. Este fue otro resultado que demuestra la importancia de mantener la Política de Seguridad Democrática con la cual se logró revertir el pesimismo que padecía Colombia y se pudo destinar los recursos necesarios para cambiar el rumbo que llevaba la Nación. Fue también la respuesta del pueblo colombiano a la traición que significó la actitud de las Farc ante el despeje de El Caguán durante tres largos años, y el respaldo a la acción comprometida y patriótica de la Fuerza Pública.Si alguna duda quedaba sobre la decisión del Estado y de los colombianos de derrotar al terror, ésta fue despejada con los golpes de la autoridad legítima en la serranía de La Macarena y en el Putumayo. Es un mensaje claro de que no habrá tregua en el empeño de derrotar el terrorismo y la violencia, y de imponer el acatamiento a la ley como presupuesto para garantizar la convivencia. Y es un mensaje de toda la Nación, representada hoy por el Gobierno y la Fuerza Pública.Por eso hay que hacer un llamado a las Farc para que reflexionen, cesen el terrorismo, liberen a los secuestrados y permitan una negociación sincera. De lo contrario, están notificados de la voluntad de Colombia de derrotar la violencia. La muerte de ‘Jojoy’ les da la oportunidad, tal vez la última, de rectificar su camino.

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