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El rompecabezas del Brexit

Lo que existe en Gran Bretaña es un rompecabezas producido por el populismo absolutista de Johnson, quien se la jugó porque teme que el Brexit se hunda en la puerta del horno.

1 de septiembre de 2019 Por: Vicky Perea García

Miles de personas salieron este fin de semana a las calles de las principales ciudades del Reino Unido a protestar por la orden ejecutiva de cerrar el parlamento por cinco semanas. La decisión del primer ministro, Boris Johnson, produjo el rechazo de la oposición encabezada por el Partido Laborista y de un sector de los conservadores que denuncian la maniobra como un golpe a la democracia.

La medida ha provocado la peor crisis institucional del país en su historia reciente. Con ella, Johnson pretende recortar la posibilidad de que los miembros del parlamento puedan deliberar desde la segunda semana de septiembre hasta el 14 de octubre, cuando se prevé la ceremonia tradicional de apertura de la nueva legislatura, con la excusa de la preparación de la agenda de gobierno.

Pero está claro que tiene como propósito impedir que la Cámara de los Comunes emita una decisión impidiendo el Brexit duro o no negociado que quiere imponer el Primer Ministro. “Tenemos a un millonario elegido por un escaso margen que está encantado de explotar las fallas de nuestra defectuosa democracia para forzar un Brexit sin acuerdo”, afirmó la coordinadora del grupo que lidera las manifestaciones callejeras.

Inglaterra es la madre de los sistemas parlamentarios donde la Cámara es la que toma las grandes decisiones. De allí la reacción tanto de los laboristas como de una parte de los Tories o conservadores y los partidos de Irlanda y Escocia. Estos últimos son los que permiten la mayoría que gobierna y que ahora puede deshacerse. Incluso produjo el rechazo del ‘speaker’ John Bercow, una especie de presidente de la Cámara, quien calificó la decisión de Johnson como arbitraria y abusiva.

La batalla también es jurídica. En los tribunales de Londres, Edimburgo y Belfast se abrieron procesos para que se analice la legalidad del consejo político dado por el Primer Ministro a la Reina de Inglaterra para que suspendiera el Parlamento. Total, hay una crisis profunda en la política de la Gran Bretaña que empezará a aclararse este martes cuando los jueces decidan mantener o anular la suspensión.

Entonces se decantará la situación. Si se mantiene, los diputados tendrán siete días para diseñar una estrategia relámpago que permita sacar adelante una resolución con fuerza legal que obligue a Johnson a solicitar un nuevo aplazamiento de la fecha del Brexit, fijada oficialmente para el 31 de octubre. En ese escenario se mantendrá el gobierno y podrá maniobrar para lograr su propósito.

Pero en el hipotético escenario que se anule la suspensión, lo que vendrá será una moción de censura que desencadenará un llamado a elecciones, y podría conducir a que la Unión Europea otorgue un nuevo plazo para la salida de Inglaterra. Tampoco se puede descartar la convocatoria a un nuevo referendo, como han solicitado algunos líderes de la oposición, para que sean los votantes los que decidan si se van o se quedan en la UE.

Lo que existe en Gran Bretaña es un rompecabezas producido por el populismo absolutista de Johnson, quien se la jugó porque teme que el Brexit se hunda en la puerta del horno.

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