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¿El precio de la libertad?

"Las lágrimas de Barack Obama interpretan los sentimientos de millones de padres de familia en Estados Unidos y el resto del mundo que asumen como propia la tragedia. Pero debería ser el punto de partida para iniciar las acciones que limiten la posibilidad de repetir los luctuosos hechos".

16 de diciembre de 2012 Por:

"Las lágrimas de Barack Obama interpretan los sentimientos de millones de padres de familia en Estados Unidos y el resto del mundo que asumen como propia la tragedia. Pero debería ser el punto de partida para iniciar las acciones que limiten la posibilidad de repetir los luctuosos hechos".

Además del dolor que le produjo la matanza en una escuela de 20 niños entre cuatro y diez años y de seis adultos, las lágrimas del Presidente de los Estados Unidos reflejan de manera patética la impotencia de la Nación más poderosa. Es su casi imposibilidad de detener la recurrente pesadilla social de tener que enterrar a inocentes víctimas causadas por la mezcla de problemas sociales y el negocio de las armas que se venden en cualquier parte y a cualquier persona, argumentando su derecho a la defensa personal.Ayer fue el tranquilo pueblo de Newtown. Por la razón que sea, un hombre de 20 años tomó tres armas de su casa, asesinó a su madre y se dirigió a la escuela Sandy Hook donde enseñaba su progenitora y él mismo fue educado. Allí procedió a disparar sin consideración alguna a niños que él conocía y a los profesores. Después se descerrajó un tiro con el cual puso fin a una de las más espantosas masacres que recuerde la gran Nación estadounidense, mientras las autoridades reaccionaban cuando ya era tarde. Fue la sexta de las masacres de este estilo cometidas en los Estados Unidos en los últimos seis meses. Un teatro, un centro escolar o la calle son los escenarios frecuentes. Los autores, por lo general personas con problemas mentales, emocionales o de personalidad, pueden ser caracterizados y sus problemas usados para explicar como “hechos aislados” que nada tienen que ver con la asombrosa facilidad con que se pueden adquirir armas de fuego en supermercados o tiendas especializadas en el país de las libertades. Esa es la manera de evadir la necesidad de establecer controles drásticos al pingüe negocio que financia campañas políticas y mantiene a la Asociación del Rifle como la organización de lobby más poderosa del planeta. Las lágrimas de Barack Obama interpretan los sentimientos de millones de padres de familia en Estados Unidos y el resto del mundo que asumen como propia la tragedia. Pero debería ser el punto de partida para iniciar las acciones que limiten la posibilidad de repetir los luctuosos hechos. Y no se trata de acabar con la segunda enmienda de la Constitución estadounidense: basta con asumir la obligación de evitar el peligro que amenaza a cualquier ciudadano, niño o adulto, en cualquier esquina del país que ha tomado decisiones radicales contra el terrorismo.Pues ésta es otra forma de terrorismo que se alimenta de la facilidad para adquirir armas y disparar en cualquier parte y contra los más indefensos. Y se riega por América, llenando de sangre a México o a Colombia o a Centroamérica. Identificadas. Son bandas que adquieren con facilidad las armas que requieran, protegidas también por la facilidad mal interpretada de la Segunda Enmienda que garantiza el derecho a la defensa de los ciudadanos de los Estados Unidos. Muchos se preguntan hoy si la matanza es el precio que debe pagarse por la libertad. Como los niños de Newtown, miles de estadounidense que perdieron sus vidas en masacres absurdas reclaman el final del dogmatismo que justifica el acceso sin control a armas de fuego. Es lo menos que debe hacer un país calificado como civilizado y defensor del derecho a la vida.

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