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El poder de Putin

Desde el pasado jueves 25 de junio y hasta mañana 1 de julio, cien millones de votantes decidirán el futuro de un referendo propuesto por el Primer Ministro desde el 15 de enero pasado para cambiar la constitución de Rusia.

29 de junio de 2020 Por: Editorial .

Desde el pasado jueves 25 de junio y hasta mañana 1 de julio, cien millones de votantes decidirán el futuro de un referendo propuesto por el Primer Ministro desde el 15 de enero pasado para cambiar la constitución de Rusia. Al parecer, sólo un milagro podrá evitar lo que será la reafirmación de Vladímir Putin en el control de una de las naciones más poderosas e influyentes del mundo.

El poder de Putin es indiscutible. Exdirector de la KGB, la agencia de espionaje e inteligencia de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, maneja desde el 2000 y a su antojo los hilos de un país que se hundió en la crisis cuando se derrumbó el comunismo y se desplomó el imperio soviético. Veinte años después, y a pesar de tener graves problemas económicos y presentar inocultables síntomas de pobreza e inequidad, Rusia es de nuevo uno de los grandes protagonistas de la política, la economía y el equilibrio del mundo.

Todo ello ha sido construido de manera laboriosa y efectiva por quien tomó las riendas, mezcló el capitalismo a veces salvaje con la mano de hierro de los sistemas comunistas y le agregó el ingrediente de la corrupción a través de las dádivas a quienes sean sus aliados y del garrote a cualquiera que se atreva a oponérsele. Hoy, Rusia es de nuevo una potencia militar efectiva, tiene un espacio ganado en el concierto internacional y su gobierno goza de respaldo popular, no obstante sus sombrías y en ocasiones sangrientas maniobras.

Es tal el poder de Putin, que su nombre forma parte de la historia de las elecciones en Estados Unidos, se menciona con insistencia con referencia a la permanencia de la dictadura en Venezuela, es el fiel de la balanza en la eterna guerra civil de Siria y el dolor de cabeza de Europa, amenazada por sus ambiciones expansionistas. Por algo, en el mundo se le califica como el nuevo zar ruso a quien como pocos ha entendido la capacidad de la tecnología para controlar la política en todos sus aspectos.

Pero, al parecer, le hace falta algo: la permanencia ilimitada en su cargo como absoluto dueño del poder. Para ello lanzó su propuesta de referendo con doscientas modificaciones a la constitución rusa, la más importante de las cuales es eliminar una palabra que prohíbe la elección consecutiva del mandatario, lo que le permitirá quedarse en el poder hasta el 2036.

Por supuesto, Putin ha maniobrado para mantener las formas de la democracia. Para ello citó al referendo en el cual cien millones de votantes dirán sí o no y en bloque a las abundantes reformas. Durante seis días y de manera virtual o presencial, los ciudadanos de su país podrán votar en un referendo que la oposición califica como fraudulento y dirigido a sacralizar un régimen totalitario.

Para ello, ya no existe la limitante de la pandemia del coronavirus que tiene a Rusia en el tercer lugar de víctimas en todo el mundo, la cual obligó a aplazar su realización el 22 de abril. Simplemente, es necesario que los rusos voten para cumplir el rito que le dará el aspecto formal de democrática a la maniobra dirigida a perpetuar a Vladímir Putin en el poder.

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