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El pico en Colombia

Los datos de contagios y decesos en las últimas semanas indican a las claras que Colombia se acerca al pico de la pandemia, con sus trágicas consecuencias.

12 de julio de 2020 Por: Editorial .

Los datos de contagios y decesos en las últimas semanas indican a las claras que Colombia se acerca al pico de la pandemia, con sus trágicas consecuencias. Es el momento para tomar conciencia y reconocer que sin la participación activa de cada ciudadano, cualquier medida será inútil para controlar la expansión del Covid-19.

Ya nuestro país está registrando un volumen de contagios que superan los 6800 casos diarios y los 145.000 desde el momento en que se iniciaron los registros. Por supuesto, esa estadística no incluye las personas a las cuales nos se les han practicado las pruebas, en gran parte por ser pacientes asintomáticos, o por las dificultades y las demoras en practicar esos exámenes y tener los resultados de manera oportuna.

Y se llegó ya a las 200 muertes cada 24 horas producidas por el virus, una cifra que muestra con precisión su devastador efecto. De otra parte, regiones enteras como Nariño o el Litoral Pacífico se ven afectadas por la pandemia, las limitaciones de sus entidades territoriales para enfrentar el desafío y las dificultades del Gobierno central para cubrir todos los aspectos que tienen a su red hospitalaria en condiciones críticas.

La situación ha llevado a revivir el confinamiento social en algunos sectores de Bogotá y algunas ciudades, ante el rebrote del contagio. Es el cuidado de la salud pública que puede aumentar de nuevo la parálisis de la sociedad con sus catastróficas consecuencias, medidas en desempleo, inseguridad, desconfianza y, ante todo, miedo.

No es fácil pues el momento por el cual atraviesa el país. Y así como debe reconocerse el esfuerzo que están desplegando las autoridades nacionales, departamentales y municipales para evitar males mayores, cada vez es más evidente que sin la colaboración de cada colombiano será imposible resolver el dilema entre la salud y la necesaria apertura, algo que no puede ya tener marcha atrás.

Es así el momento de cada uno de nosotros. De hacer caso a las advertencias y tomar las precauciones necesarias para evitar el contagio, de restringir al máximo el contacto social en la medida en que el virus sólo se reproduce en los seres humanos y se transmite entre ellos. De actuar con prudencia, sin pensar que existe la fórmula mágica para impedir las terribles consecuencias de una enfermedad que aún no tiene cura ni antídoto conocidos.

Siete meses después de conocido el Covid-19, el mundo aún busca la vacuna contra ese enemigo o la manera de contener su expansión. Y Colombia no es la excepción de algo que muestra una tendencia al recrudecimiento si los ciudadanos no asumen su papel fundamental en el esfuerzo.

Ya no es el tiempo para encerrarnos a esperar que aparezca la cura milagrosa, de trenzarnos en polémicas estériles ni de seguir acusando a las autoridades por la expansión en la cual la responsabilidad pertenece a cada uno de los colombianos. Es el momento para asumir la obligación de tomar las medidas sencillas y a la vez prácticas que se recomiendan para evitar el contagio. Es la manera de aportar a la superación de una pesadilla que por ahora parece no tener fin posible.

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