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El petróleo es necesario

Colombia no es un país petrolero pero cuenta con petróleo y gas. Así lo han señalado analistas al comparar la producción y las reservas de nuestro país con otras naciones. Lo que a veces se pasa por alto es que sin ser petrolero se ha convertido en un país altamente dependiente de los ingresos del petróleo para financiar el gasto público y la inversión de la nación y de las regiones.

11 de junio de 2017 Por: Editorial .

Colombia no es un país petrolero pero cuenta con petróleo y gas. Así lo han señalado analistas al comparar la producción y las reservas de nuestro país con otras naciones. Lo que a veces se pasa por alto es que sin ser petrolero se ha convertido en un país altamente dependiente de los ingresos del petróleo para financiar el gasto público y la inversión de la nación y de las regiones.

La economía se ha diversificado consolidando otros sectores como el comercio, los servicios, la construcción y la infraestructura. Atrás quedaron las épocas de dependencia en la minería de oro y el tabaco, e incluso el café. En la última década el petróleo se ha convertido en factor clave de la economía por su capacidad de generación de ingresos.

Esa verdad, traducida en billonarios recursos para el gasto público a todos los niveles se volvió una pesadilla con la caída en los precios desde 2014. Eso llevó al Gobierno Nacional a procurar dinamizar otros sectores con lo que llamó “la nueva economía”, aprovechando la devaluación y los tratados de libre comercio. Se buscó desde entonces sustituir los ingresos que provenían del sector petrolero.

La realidad ha demostrado que no es fácil y toma tiempo. Y estamos en problemas, con una industria petrolera rezagada y amenazada y una no petrolera que no despega. Mientras tanto, las necesidades no cesan y se traducen en mayor gasto presente y futuro, como es el caso de los acuerdos de paz, la deuda pensional y el reclamo justo de regiones olvidadas como el Pacífico.

En medio de esa situación la industria petrolera es asediada por acciones jurídicas y consultas populares que buscan prohibir la actividad incluso en municipios con tradición y vocación petrolera. Con ello se pone en riesgo la producción actual y futura, lo cual depende de la situación de reservas, que según la Contraloría General de la República, si acaso alcanzan para cuatro años.

Sin perjuicio de examinar las causas de la animadversión lo cierto es que en el corto y mediano plazo el país no parece contar con una actividad con la misma posibilidad de generar recursos que la petrolera y las demás opciones para financiar el gasto público son limitadas. El gobierno nacional y muchas regiones están endeudados y la capacidad de los colombianos de pagar más impuestos está saturada.

Lo anterior sugiere ser realistas y buscar soluciones para la industria petrolera. Esto no excluye impulsar otros sectores, similar a lo que ya están haciendo Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, esos sí países petroleros que trabajan en una transformación energética y de sus economías, no para sustituir el petróleo sino para complementarlo. Es decir, para generar más riqueza y poder atender las necesidades crecientes del Estado y sus habitantes.

Por las necesidades de financiación y su importancia para la estabilidad, Colombia no puede darse el lujo de debilitar el sector petrolero con decisiones populistas. La aspiración es tener unas finanzas públicas sin sobresaltos lo que se logrará con más petróleo, al menos hasta que se consoliden otros sectores. Negarlo sería tapar el sol con las manos y llegar a la irresponsabilidad.

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