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El pacto por el futuro

En medio de los rasgos de confrontación política que ha vivido Colombia en las últimas épocas, la propuesta del presidente Iván Duque Márquez debe significar la unión alrededor de propósitos comunes para toda la Nación.

7 de agosto de 2018 Por: Editorial .

En medio de los rasgos de confrontación política que ha vivido Colombia en las últimas épocas, la propuesta del presidente Iván Duque Márquez debe significar la unión alrededor de propósitos comunes para toda la Nación. Ese es el mensaje que debe quedar como punto de partida, por encima de todos los intentos por radicalizar la perspectiva y crear contiendas indeseables.

“Quiero gobernar a Colombia con valores y principios inquebrantables, superando las divisiones de izquierda y derecha, superando con el diálogo popular los sentimientos hirsutos que invitan a la fractura social, quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir, nunca de destruir”. Esa invocación debe reflejar el norte que tendrá el Gobierno que se inicia, cargado de compromisos y de incógnitas naturales al principio de cualquier administración.

Y es más que oportuna, en momentos en los cuales el país necesita de decisiones para superar muchos de los problemas que lo acosan, sin que ello signifique desconocer los progresos que se han alcanzado en el pasado. De acuerdo con su discurso de posesión, son muchos los desafíos que tenemos los colombianos, y reconoce que “hemos sido capaces de construir un vigoroso y diverso aparato productivo, hasta convertirnos en una economía impetuosa cuyo potencial no cesa de ser reconocido en el mundo entero. Hemos sido capaces de lograr que la pobreza se reduzca, se expanda la clase media y que aumente la cobertura en salud y educación”.

Según el Mandatario, hay que enfrentar los desafíos de la ilegalidad, empezando por reconocer que “tenemos que devolverle el valor a la palabra del Estado”. Y hay que combatir la ilegalidad y la tolerancia que amenaza a millones de ciudadanos sobre la base de que el que comete un delito debe pagarlo. Para ello, en su discurso el Presidente se refirió a la necesidad de sacar adelante una reforma a la Justicia para ponerla más cerca del ciudadano y devolverle a éste su confianza en el Estado de Derecho.

También se refirió a la reforma de la política y acabar con vicios y errores como las listas abiertas, o el uso de incentivos para comprar respaldos. Asimismo, reiteró su compromiso de estar cerca de las regiones, en especial del Pacífico y de todas aquellas que padecen el abandono secular, la falta de oportunidades y el atraso.

Y habló de las negociaciones con el ELN, abriendo un compás de 30 días para analizarlo. Bajo la premisa de que la paz debe ser realidad, también fue claro al decir que continuará con los compromisos para asegurar la desmovilización y al desarme, aunque anunció la revisión de los acuerdos con las Farc, sin que ello signifique destruirlos.

Como es de esperar, fueron muchos los temas enunciados por el presidente Duque. Pero lo más importante fue su convocatoria a la unidad. “Cuando nos unimos como pueblo nada nos detiene. Cuando todos aportamos, somos capaces de hacer realidad proezas propias que ni siquiera el realismo mágico es capaz de imaginar”. Es el mensaje que, si se aplica, servirá para superar las dificultades de una Nación necesitada como nunca de paz, progreso y equidad.

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