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El monstruo de mil cabezas

Hoy, la mayoría de estados europeos reconocen que han puesto en ejercicio todas las formas posibles de cooperación y dejó la seguridad al margen. Y si bien ese reconocimiento llega tarde, abre la posibilidad de que las cosas empiecen a cambiar. Autoridades francesas reconocieron el sábado que abortaron a tiempo un nuevo atentado en “fase avanzada”.

28 de marzo de 2016 Por:

Hoy, la mayoría de estados europeos reconocen que han puesto en ejercicio todas las formas posibles de cooperación y dejó la seguridad al margen. Y si bien ese reconocimiento llega tarde, abre la posibilidad de que las cosas empiecen a cambiar. Autoridades francesas reconocieron el sábado que abortaron a tiempo un nuevo atentado en “fase avanzada”.

En medio del dolor y la indignación que dejan los atentados en Bruselas, el golpe de las fuerzas especiales de los Estados Unidos al abatir a Abdel al Qadouli, número dos del Estado Islámico, es la respuesta implacable que el mundo puede, y debe, dar al terrorismo yihadista.Por supuesto, ni esa acción ni las operaciones efectivas de la policía belga para dar con otros autores del infierno en la capital belga y europea, significan golpes definitivos contra el Estado Islámico. Tampoco es posible controlar al monstruo de mil cabezas realizando una cacería que se acerque más a la xenofobia que al concepto de libertad de Europa.En cambio, sí hay un efecto común: la inteligencia arroja resultados prontos y efectivos. Ese es el debate que hoy ocupa las agendas de las cancillerías y las agencias de seguridad de los países europeos, ¿cómo andar un paso delante de los terroristas y no esperar a buscar su ADN entre los restos de las explosiones?La respuesta no es tan compleja. Durante años, desde los ataques en Nueva York, Madrid y Londres, y luego los recientes a París, solo para citar algunos casos, la lucha contra Al Qaeda y el EI se ha caracterizado por hacerse de manera individual. Sólo en la Unión Europea, hay 28 Estados juntos, por un lado, y, por el otro, 28 cuerpos de policías aislados. Y todos trabajan con carácter de top secret.Hoy, la mayoría de estados europeos reconocen que han puesto en ejercicio todas las formas posibles de cooperación y dejó la seguridad al margen. Y si bien ese reconocimiento llega tarde, abre la posibilidad de que las cosas empiecen a cambiar. Autoridades francesas reconocieron el sábado que abortaron a tiempo un nuevo atentado en “fase avanzada”. Eso mismo, sumado a los nexos que comienzan a aparecer entre las masacres de París y Bruselas, evidencia la capacidad de daño de los extremistas.Pero además, Europa podría contar más con Estados Unidos en esa lucha. Tras el capítulo Bruselas, la administración de Barack Obama ha vuelto a reclamar mayor celeridad para combatir a los yihadistas que ahora siembran el terror en sus propias ciudades.Obama es quien también llama a no caer en el discurso fácil de convertir al Islam en un enemigo, como lo pretenden sectores ultranacionalistas en Europa que inflaman ese discurso, con todas las consecuencias que ello puede acarrear. Por el contrario, ese inmenso sector de la población musulmana, ajeno a todo tipo de violencia, es el más eficaz aliado para derrotar la peor amenaza de los últimos tiempos. Es esa mayoría la más golpeada por el yihaidismo.De todas maneras, y aparte de mantener los avances en Oriente Medio en donde el EI pierde terreno, la tarea de descubrir al enemigo deberá comenzar por Europa donde los extremistas adoctrinan gran parte de quienes luego utilizan para matar. Al final, en un solo frente, Europa y el mundo civilizado ganarán la batalla, larga y dolorosa, pero necesaria. Y no lo lograrán si persisten en la idea de mantener a Turquía como un filtro más parecido a un campo de concentración a cambio de prebendas.

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