El pais
SUSCRÍBETE

El inmortal

"Todo era posible para quien un día, luego de vivir las angustias y las dificultades de quien nunca renunció a su vocación de escritor, recibió el Premio Nobel de Literatura. La celebración de ese momento quedará como demostración de que su mundo era verdad y que Macondo está más cerca de la realidad que de la ficción propia de su imaginación novelesca. Es esa Colombia que lleva siglos construyéndose como nación, que brota en la provincia y lucha por encontrar su identidad y un lugar sobre la tierra".

19 de abril de 2014 Por:

"Todo era posible para quien un día, luego de vivir las angustias y las dificultades de quien nunca renunció a su vocación de escritor, recibió el Premio Nobel de Literatura. La celebración de ese momento quedará como demostración de que su mundo era verdad y que Macondo está más cerca de la realidad que de la ficción propia de su imaginación novelesca. Es esa Colombia que lleva siglos construyéndose como nación, que brota en la provincia y lucha por encontrar su identidad y un lugar sobre la tierra".

Además de ser uno de los grandes escritores de la lengua española en toda su historia, Gabriel García Márquez fue y será símbolo de Colombia. De esa Colombia que, a través de su esfuerzo y de quienes lo han narrado, se ha integrado a la cultura universal y es su protagonista.García Márquez nació en la provincia. Allí vivió y se alimentó con la zaga de su familia, de sus amigos, de las historias que le contaron sus abuelos, de los hechos que protagonizaron sus ancestros, de las realidades trágicas y de las increíbles que protagonizaron los habitantes de Aracataca y del entorno en que creció. Así nació Macondo, el pueblo legendario que todo el mundo quiso conocer una vez se adentró en el realismo mágico de la obra literaria que le valió el reconocimiento de la humanidad.Fue el realismo mágico el instrumento con el cual el escritor se abrió paso en la literatura. Su obra fue profunda, y contribuyó también a ubicar al Caribe en el mundo con historias fascinantes y rigurosidad en el manejo del idioma. Fue el producto de su vivencia y de su trabajo de reportero, de periodista, de escritor de cuentos y de creador de mundos nuevos y propios, donde los personajes existen y son reales; donde las historias deslumbran y se convierten en verdades y el lector termina por perder la noción sobre dónde termina la realidad y dónde comienza la ficción.Ese es el mundo de Gabriel García Márquez. Un mundo donde es posible presenciar la llegada del hielo a las Américas tanto como vivir las angustias de un coronel jubilado a quien nunca le llega su pensión. Donde un dictador eterno vive su soledad, y el río Magdalena es testigo de una historia de amor, mientras el robo de unas bolas de billar sirve para describir la violencia de un pueblo donde no hay ladrones. Allí, en esa creación literaria conviven una cándida niña y su abuela desalmada con el ahogado más hermoso del mundo.Cuentos, novelas, crónicas, relatos. Todo era posible para quien un día, luego de vivir las angustias y las dificultades de quien nunca renunció a su vocación de escritor, recibió el Premio Nobel de Literatura. La celebración de ese momento quedará como demostración de que su mundo era verdad y que Macondo está más cerca de la realidad que de la ficción propia de su imaginación novelesca. Es esa Colombia que lleva siglos construyéndose como nación, que brota en la provincia y lucha por encontrar su identidad y un lugar sobre la tierra. Es el inmortal Gabriel García Márquez de Cien Años de Soledad. Cuando recibió el Nobel, el escritor narró algo de lo que constituye la alucinante historia de América Latina. Dijo: “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. (…) Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.

AHORA EN Editorial