El pais
SUSCRÍBETE

El hueco negro de Grecia

"...si algo faltara para que los banqueros se declaren alarmados, ahora es Italia la que reconoce estar “en la primera línea de las dificultades económicas de la eurozona”...".

15 de julio de 2011 Por:

"...si algo faltara para que los banqueros se declaren alarmados, ahora es Italia la que reconoce estar “en la primera línea de las dificultades económicas de la eurozona”...".

De nuevo, la economía de la Unión Europea siente el terremoto de la crisis en Grecia. Y mientras las autoridades, los banqueros y los miembros de la unión hacen hasta lo imposible por evitar la cesación de pagos de ese país, España, Portugal, Irlanda y ahora Italia luchan por evitar que la crisis se lleve el ‘Estado del Bienestar’, principio de la socialdemocracia europea. Ya no queda duda sobre la necesidad de darse la pela para evitar en Grecia el ‘default’, término que define la incapacidad de pagar las acreencias. La pregunta es si los 150.000 millones de euros que le inyectarán ahora, ya sea a través de renegociación de las acreencias o mediante la inversión directa de recursos, será suficiente para impedir una debacle que tiene en tela de juicio la continuidad de la moneda que simboliza la unión económica del viejo continente. Sin duda, ya no parecen suficientes las expresiones de apoyo y solidaridad de Alemania, convertida en una especie de locomotora que debe mantener en marcha un tren fatigado por los desaciertos y las crisis que estallan en muchas partes. En efecto, si algo faltara para que los banqueros se declaren alarmados, ahora es Italia la que reconoce estar “en la primera línea de las dificultades económicas de la eurozona”. Tal reconocimiento de su primer ministro, Silvio Berlusconi, se produjo después de que el Congreso de su país, la quinta economía del mundo, aprobó una reducción de cerca de 50 millones de euros en su presupuesto para el presente año, medida obligada ante el enorme déficit fiscal de esa nación, uno de los mayores en toda Europa. Con ello se agudiza un cuadro ya de por sí preocupante en la Unión Europea porque aún no acaba de resolver los problemas de Irlanda y de Portugal, así como sufre por las debilidades que enfrenta España. Son pues muchos los factores que hacen temblar la economía europea, el Estado de Bienestar que impulsó con gran éxito la socialdemocracia de Alemania y los países nórdicos después de la Segunda Guerra Mundial, como respuesta a la ruina dejada por la conflagración. Un sistema soportado en los impuestos que pagan los ciudadanos para que el Estado cubra el deber de mantener un nivel de vida, y en la transparencia y la seriedad de los gobiernos en su manejo. Tales principios, aplicados con responsabilidad y prudencia en los países del norte, tambalean ahora con la crisis producida por el gasto excesivo del sur y la falta de responsabilidad en el manejo fiscal. El panorama no es el mejor para la economía europea. Y mucho menos para el euro, porque la fortaleza que aportan Alemania, Francia, Inglaterra o Noruega es contrarrestada por el déficit y el desorden del sur del viejo continente. Así las cosas, es el futuro de la Unión Europea el que está en juego. Y no parece quedar alternativa distinta que ser solidarios con los griegos y reestructurar su deuda a marchas forzadas, mientras se crean mecanismos para evitar nuevas quiebras causadas por el gasto alegre y sin límites ejecutado por gobiernos populistas.

AHORA EN Editorial