El pais
SUSCRÍBETE

El gran enemigo

Ante los ajustes que resultaron de la negociación con las Farc y su posterior desmovilización, el narcotráfico en todas sus formas y ramificaciones terminó siendo factor preponderante de la realidad colombiana durante el 2017.

17 de diciembre de 2017 Por: Editorial .

Ante los ajustes que resultaron de la negociación con las Farc y su posterior desmovilización, el narcotráfico en todas sus formas y ramificaciones terminó siendo factor preponderante de la realidad colombiana durante el 2017. Frente los estragos que causa no deben quedar dudas sobre la necesidad de aumentar los esfuerzos para combatir la principal causa de la violencia en Colombia.

En primer lugar se debe reconocer que la cadena de producción de las drogas ilícitas es factor de inestabilidad y destrucción en muchas regiones colombianas. Paralelo con el desarme y el retiro del grupo ilegal de mayor peso en todo el territorio nacional surgió la alarma sobre el crecimiento de las áreas sembradas de coca y el incremento consecuente de la producción de cocaína.

Y se desató una lucha por el control de los territorios bajo el dominio de las Farc, en la cual están incluidos algunos de sus integrantes que no se acogieron al acuerdo y hoy son denominados como disidentes. A su lado, o frente a ellos, están el ELN y múltiples organizaciones calificadas como bandas criminales, las cuales desarrollan una intensa actividad para controlar las zonas de siembra y elaboración de drogas ilícitas, los corredores por donde se mueve la producción y las rutas para exportar, o para abastecer el creciente mercado interno.

Aunque el efecto se vive en muchas regiones del país, la más golpeada es el Litoral Pacífico. Tumaco, los departamentos del Cauca y el Chocó padecen hoy la tragedia de los ataques a la población civil, los desplazamientos y la destrucción sin pausa de sus culturas y de su medio ambiente. Si bien la Fuerza Pública ha desplegado una actividad permanente para combatir el fenómeno, lo que se ha producido también es un intento por convertir en asunto político y de justicia social lo que sin duda tiene un origen delincuencial que causa daño a la sociedad.

Frente a ello, el Gobierno Nacional se comprometió a promover una solución alternativa, mediante los programas de sustitución voluntaria que serán desarrollados por miles de familias. Se supone que esa estrategia servirá para erradicar cien mil de las casi doscientos mil hectáreas de coca denunciadas al principio de año, además de entregar nuevas posibilidades a quienes se dedican a esa actividad.

El resto es objeto de la erradicación forzada a cargo de la Fuerza Pública, y sus resultados han sido informados por el Ministro de Defensa. Aunque se ha afirmado que no regresarán las fumigaciones aéreas, lo cierto es que se tienen que buscar alternativas para frenar el crecimiento de los cultivos ilícitos, el principio de la cadena que culmina en las calles del mundo y de las ciudades colombianas.

Lo que sigue para el año entrante es recuperar los espacios que hoy están bajo la presión de las organizaciones que bajo distintas denominaciones están aprovechando los vacíos que deja la ausencia del Estado. Mientras el mundo define el tratamiento que le dará al consumo de drogas hoy ilícitas, Colombia debe hacer lo necesario para evitar que el narcotráfico siga destruyendo vidas y comunidades, arrasando con miles de hectáreas y sembrando la discordia entre los colombianos.

AHORA EN Editorial