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¿El fin del bloqueo?

Las consecuencias las pagó el pueblo cubano con la destrucción de su economía, con carencias de todo orden y dependencia absoluta del Estado para poder conseguir la comida, la salud, la educación o cualquier beneficio, mientras sus soldados debían pelear guerras ajenas.

18 de diciembre de 2014 Por:

Las consecuencias las pagó el pueblo cubano con la destrucción de su economía, con carencias de todo orden y dependencia absoluta del Estado para poder conseguir la comida, la salud, la educación o cualquier beneficio, mientras sus soldados debían pelear guerras ajenas.

Cincuenta y tres años duró el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba. A partir de las revelaciones conocidas ayer sobre reanudación de relaciones diplomáticas, empieza el proceso para enmendar uno de los grandes errores en la historia de América, que en vez de contribuir a debilitar el régimen castrista le sirvió para consolidarse como la víctima, mientras oprimía al pueblo cubano.Las diferencias se iniciaron cuando la revolución comandada por Fidel Castro se impuso y luego dio la espalda a Estados Unidos que la había apoyado. Se produjo entonces la reacción mediante la frustrada invasión planeada y mal ejecutada por la CIA, conocida por sus intentos de derrocar gobiernos, que aumentó las tensiones. Y apareció la guerra fría con la Unión Soviética, la crisis de los misiles nucleares que se instalaban en Cuba y el compromiso de no tocar al país de José Martí, condición esencial para desactivar lo que pudo ser el inicio de la tercera guerra mundial. Allí se supo que Fidel había entregado su país al comunismo, en el cual no existiría la iniciativa privada ni las libertades. A partir de ese momento, Cuba vivió en conmoción permanente porque la dictadura usó el bloqueo decretado por los Estados Unidos para entregarse al bloque soviético sin pudor, a cambio de petróleo y de compra de su azúcar a precios artificiales. Las consecuencias las pagó el pueblo cubano con la destrucción de su economía, con carencias de todo orden y dependencia absoluta del Estado para poder conseguir la comida, la salud, la educación o cualquier beneficio, mientras sus soldados debían pelear guerras ajenas.Después vino la caída de la Unión Soviética. Y en vez de servir de motivo para levantar el embargo, la ocasión le sirvió al régimen castrista para justificar su resistencia contra el “imperialismo yanqui”, mientras por debajo de cuerda promovía la migración ilegal. Y a los gobiernos de Estados Unidos diciendo que con ello asfixiarían a Fidel y sus huestes, puesto que no podrían intervenir en sus asuntos. Luego vino Hugo Chávez, llegó a chorros el petróleo de Venezuela, a cambio de lo cual le exportaron el comunismo que asfixia a los venezolanos, a la mejor manera del régimen castrista. Hasta que cambiaron los tiempos, el exilio cubano perdió fuerza electoral en los Estados Unidos y la suerte de Venezuela parece dar un giro inexorable. Entonces aparecen la oportuna mediación del Papa Francisco y los buenos oficios de Canadá, generando el intercambio de prisioneros acusados de espionaje, y la declaración del presidente Obama levantando casi todos los términos del bloqueo, mientras los hermanos Castro insinúan que darán más libertades y más iniciativa privada.Cincuenta y tres años debieron pasar para enmendar el peor de los errores. Y ninguna de las partes podrá proclamar victoria. Si todo se produce como debe ser, será el pueblo cubano, la verdadera víctima, el que definirá el futuro de su país, acorralado entre la dictadura más antigua del planeta y las decisiones equivocadas de los gobiernos empeñados en tumbar al régimen castrista mediante un bloqueo que sólo sirvió para consolidarlo.

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