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El enemigo que crece

"Nada gana el país si continúa retrasándose el establecimiento de una política seria que desmonte el imperio de los narcocultivos y del narcotráfico, que crece mientras el Estado se debate en discusiones inútiles que no resuelven los dramas y las tragedias que padecen regiones enteras de la Nación, como el suroccidente colombiano o el Catatumbo".

6 de septiembre de 2016 Por:

"Nada gana el país si continúa retrasándose el establecimiento de una política seria que desmonte el imperio de los narcocultivos y del narcotráfico, que crece mientras el Estado se debate en discusiones inútiles que no resuelven los dramas y las tragedias que padecen regiones enteras de la Nación, como el suroccidente colombiano o el Catatumbo".

El nuevo Fiscal General de la Nación acaba de hacer una advertencia sobre lo que está sucediendo con el crecimiento de los cultivos ilícitos y sobre la necesidad de retomar las fumigaciones aéreas. Es el reconocimiento de una realidad incuestionable, a la cual ya no puede dársele un tratamiento que comprometa la seguridad del país y la estabilidad de las instituciones.El crecimiento de las áreas sembradas de coca coincide con la declarada renuncia del Estado a las fumigaciones con glifosato. Aduciendo que según un informe de la Organización Mundial de la Salud producía daños serios a la salud de quienes estuvieran expuestos a ellas, en el 2012, Colombia pasó de 47.00 hectáreas sembradas en cultivos ilícitos a cerca de 100.000 en el 2015. Y la tendencia, según el fiscal Néstor Humberto Martínez Neira, hace que la cifra se acerque a las 150.000. Así de claro.Y mientras eso ocurre, las autoridades no salen de declaraciones sobre una nueva política para combatir ese peligro. Que no aparece, y se reduce a repetir una y otra vez los peligros del glifosato, a anunciar ofensivas para impulsar la erradicación manual sin importar los peligros que afrontan los erradicadores, y a declarar que los acuerdos con las Farc traen el compromiso de ese grupo de ayudar a desmontar la próspera industria.Los que no descansan son los promotores de esas siembras, los narcotraficantes que registran una bonanza inusitada en la cantidad de cocaína que producen y las guerrillas o las Bandas Criminales que con ello aumentan el control sobre territorios donde el Estado no puede ejercer la autoridad para detener la amenaza. Es la repetición de lo que ocurrió en los años 90, cuando el poder del narcotráfico en todas sus manifestaciones llevó el área sembrada a 200.000 hectáreas, dio paso a una época de violencia sin precedentes y puso en jaque las instituciones democráticas.Ante el riesgo de repetir esa historia, el Fiscal General ha lanzado una alerta que debe ser escuchada. Nada gana el país si continúa retrasándose el establecimiento de una política seria que desmonte el imperio de los narcocultivos y del narcotráfico, que crece mientras el Estado se debate en discusiones inútiles que no resuelven los dramas y las tragedias que padecen regiones enteras de la Nación, como el suroccidente colombiano o el Catatumbo.Lo que está sucediendo en Tumaco y el sur de Nariño, donde el área sembrada ha crecido en más del 17% y por sus costas desfilan los más grandes cargamentos de cocaína en el mundo, es significativo. Por eso, ya no es tiempo para la ingenuidad ni para debates estériles, ni para seguir creyendo que los detentadores del poder de la ilegalidad que vuelve a crecer, impulsado por las drogas ilícitas y la riqueza que generan, van a colaborar en la erradicación de su negocio.Ahora se requiere escuchar las advertencias del Fiscal General de la Nación y los clamores de la gente que padece un flagelo inaceptable. Y estar atentos para evitar que el narcotráfico vuelva a ser el combustible que alimenta la violencia en Colombia, haya o no un acuerdo con las Farc.

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