El pais
SUSCRÍBETE

El enemigo de Colombia

Aunque las cifras publicadas por la Unodc indican la reducción en Colombia de las áreas dedicadas a los cultivos ilícitos, en especial la coca, las cifras del narcotráfico siguen siendo el gran dolor de cabeza de nuestro país.

23 de junio de 2020 Por: Editorial .

Aunque las cifras publicadas por la Unodc indican la reducción en Colombia de las áreas dedicadas a los cultivos ilícitos, en especial la coca, las cifras del narcotráfico siguen siendo el gran dolor de cabeza de nuestro país. Es el combustible que en sus distintas etapas impulsa la violencia y la ambición de enriquecimiento, destruye el tejido social y siembra el atraso.

Según el organismo de la ONU dedicado a la vigilancia de las drogas ilícitas y el delito, la reducción alcanzó el 9% durante el 2019, llegando a las 154.000 hectáreas sembradas. Eso es el resultado de las estrategias y políticas adoptadas por el Gobierno Nacional, varias de ellas continuadas de la administración anterior y la mayoría apoyadas en la decisión de combatir el que es el gran enemigo de nuestra Nación.

Pero, además de esa connotación perversa, también es la fuente de la discordia nacional. De ahí que se haya convertido casi que en un factor político que cuenta ya con defensores y tuvo en el acuerdo con las Farc uno de sus más notorios reconocimientos. Ahora, los disidentes de esa organización, entre los que se cuentan el jefe de la delegación de ese grupo y varios de los negociadores, tratan de recoger los frutos que sembraron y se trenzan incluso en guerras entre ellos, dejando una estela de sangre, terror y corrupción en varias regiones.

Del informe citado se desprende que departamentos como Caquetá, Antioquia y una parte de Nariño han registrado esa reducción. Sin embargo, el Valle del Cauca en la zona de Jamundí y el Naya, el Catatumbo y el territorio de Tumaco han registrado incrementos en las siembras. Debe reconocerse que esas áreas sembradas significan también zonas del territorio nacional donde el Estado no puede ejercer su autoridad, y es reemplazado por el crimen y la barbarie contra cualquiera que se atreva a desafiar las organizaciones que manejan el negocio.

Sigue el otro eslabón de la cadena que se beneficia de la tolerancia en Venezuela y es controlado por la alianza entre el crimen internacional y las bandas nacionales. Es el que invierte y consigue eficiencias notables en la producción de hoja de coca y de la cocaína que exporta también por el litoral Pacífico, aprovechando sus ventajas geoestratégicas.

Basta recordar que en Buenaventura se han logrado decomisar diez toneladas de cocaína en los últimos tres meses, para entender la dimensión de esa amenaza. Son miles de millones de dólares que mueve el infernal negocio, de donde salen los recursos ilimitados para convertir gran parte de nuestra geografía en territorios del delito, financiando además los movimientos que pretenden otorgar inmunidad a quienes siembran y trafican las drogas ilícitas que producen.

Así, el informe de la Unodc tiene un aspecto positivo, el progreso de las autoridades en la reducción de los narcocultivos. Pero tiene otro preocupante, el de la amenaza que significa la combinación de riqueza, tecnología y política que tienen las organizaciones criminales para mantener su imperio del mal.

Por eso, Colombia no debe claudicar en su esfuerzo por acabar con el narcotráfico.

AHORA EN Editorial