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El dilema de Europa

"Como si se estuviera reviviendo el roce permanente entre la Europa Occidental rica y estable y la Europa del este que quedó pobre por setenta años de dominación del comunismo, la avalancha de los inmigrantes que vienen de Oriente Medio amenaza con convertirse en una confrontación de la cual los primeros damnificados son esos peregrinos en busca de libertad, seguridad y oportunidades".

23 de octubre de 2015 Por:

"Como si se estuviera reviviendo el roce permanente entre la Europa Occidental rica y estable y la Europa del este que quedó pobre por setenta años de dominación del comunismo, la avalancha de los inmigrantes que vienen de Oriente Medio amenaza con convertirse en una confrontación de la cual los primeros damnificados son esos peregrinos en busca de libertad, seguridad y oportunidades".

Como si se estuviera reviviendo el roce permanente entre la Europa Occidental rica y estable y la Europa del este que quedó pobre por setenta años de dominación del comunismo, la avalancha de los inmigrantes que vienen de Oriente Medio amenaza con convertirse en una confrontación de la cual los primeros damnificados son esos peregrinos en busca de libertad, seguridad y oportunidades.El pasado miércoles, la Unión Europea anunció una cumbre entre los países directamente involucrados en el problema y aquellos que sin pertenecer a esa alianza padecen la presión de miles de personas que huyen de Siria y Afganistán, buscando un alivio a su desesperanza en las posibilidades de llegar a Alemania o Austria o Inglaterra. Allí se darán cita las dos caras de un fenómeno que nace en las guerras eternas e indefinidas que afectan al Asia.La una, la de Hungría, Rumania, Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Macedonia y Serbia, que aún no se recuperan de los estragos que les dejó el haber padecido setenta años de comunismo y tratan de integrarse a la UE. La otra, la de los fundadores de la UE, que pudieron recuperarse de los desastres que vivieron en la II Guerra Mundial y son hoy potencias económicas. Esos países están unidos por el mismo continente, pero no son iguales.Los ingresos, el nivel de vida de sus habitantes y la solidez de sus economías e instituciones de los segundos los hacen atractivos para los refugiados que vienen de Siria, pasan por Turquía y arriesgan sus vidas para llegar a Grecia. Los otros, miembros de la llamada Europa del Este, son apenas lugares de paso por donde transitan cientos de miles de personas. Y si bien los transeúntes no aspiran a quedarse en ellos, sí demandan enormes recursos para atender sus necesidades básicas. Esa demanda por sí sola implica desviar recursos de sus economías que durante las últimas décadas se han dedicado a elevar el nivel de vida de sus nacionales y llevarlos a los estándares de sus vecinos.Ante las grandes diferencias se están produciendo grietas y abriendo rencores antiguos que amenazan el proyecto de una Europa unida, llegando ya a generar condenas por las barreras que levantan países como Hungría y choques en los cuales afloran argumentos como el racismo, la religión, la cultura o la política. Pero el fondo es el mismo: el temor a que los inmigrantes se queden en el camino o sean rechazados por los países ricos, lo que de hecho está dando al traste con el esfuerzo por mejorar la calidad de vida de sus poblaciones.Y en el medio siguen los que en Colombia se denominan desplazados, esas miles de personas que atraviesan a pie miles de kilómetros en busca del Dorado, donde esperan terminar su drama. Seres humanos que en muchos casos han debido presenciar la muerte de sus hijos o de sus mayores, y a quienes se les cierran cada vez más puertas en Europa. Y mientras se acerca el invierno en ese continente, Siria, Afganistán e Iraq no pueden superar sus guerras, trasladando las víctimas a un escenario donde las acusaciones mutuas pueden generar conflictos que se creían desaparecidos.

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