El pais
SUSCRÍBETE

El diálogo es necesario

Luego de semanas de angustia y dolor causados por la violencia que amenaza en especial a las comunidades indígenas, el norte del departamento del Cauca mantiene un ambiente cargado de indignación e incertidumbre.

10 de noviembre de 2019 Por: Editorial .

Luego de semanas de angustia y dolor causados por la violencia que amenaza en especial a las comunidades indígenas, el norte del departamento del Cauca mantiene un ambiente cargado de indignación e incertidumbre. Para despejarlo es necesario ponerse de acuerdo y aplicar los métodos civilizados del diálogo antes que el mecanismo de la confrontación que deja vencedores y vencidos antes que soluciones.

No hay duda entre los colombianos sobre la gravedad de los ataques que el narcotráfico está realizando en todo el Cauca. Son intentos por apropiarse del territorio para ampliar sus dominios mediante el terror y ampliar las áreas dedicadas a los cultivos ilícitos, ya sea usando la corrupción con las enormes utilidades que genera o a través del chantaje, de la violencia que asesina y persigue a quienes se opongan a sus designios.

Ese es el gran enemigo de Colombia. En el caso del Cauca, y más concreto de las comunidades indígenas. Es el motor de la tragedia que ha venido creciendo y deja pérdidas de vidas, de líderes como Cristina Bautista y de guardias armados sólo de bastones de madera para enfrentar los fusiles de quienes han pretendido mostrarse como organizaciones de carácter político para perpetrar sus oscuros designios.

Para enfrentar esa amenaza están las autoridades legítimas y la Fuerza Pública. Las primeras son de orden político y administrativo, encargadas por la Constitución para atender las necesidades de todos los colombianos. Las segundas tienen el monopolio de las armas para enfrentar la delincuencia y el terrorismo que, como está ocurriendo en los territorios indígenas, causan daño, destruyen el tejido social y asesinan para imponer su imperio del mal.

De ahí que sea necesario e imprescindible establecer y profundizar el diálogo entre las autoridades indígenas y el Gobierno Nacional, como lo ha pedido con oportunidad el arzobispo de Popayán, monseñor Luis José Rueda Aparicio. Ante la gravedad de la amenaza que padecen el Cauca y las comunidades indígenas, nada puede ser más nocivo que la confrontación o el uso con propósitos políticos de las diferencias que en nada favorecen a los miembros de esas comunidades, hoy amenazadas por el crimen organizado.

Si bien hay diferencias conocidas de mucho antes, el problema de ahora es más grave y más urgente de atacar. Para ello se necesita el acuerdo entre los indígenas y el Gobierno Nacional, empezando por la disposición y el respeto a los soldados y policías que deben entrar a esos territorios para cumplir su misión constitucional de garantizar la vida, honra y bienes de todos los colombianos.

Por ello, el diálogo entre las autoridades encabezadas por el Presidente de la República y las comunidades indígenas del Cauca es el principio necesario de las soluciones en esa amenazada región. Es el diálogo, abierto, sincero y constructivo, basado en la atención a los problemas que padecen esos colombianos y no en los intereses políticos que impiden lograr los acuerdos que se necesitan con urgencia para desterrar la violencia de ese departamento y asegurar las posibilidades de progreso que reclaman todos los caucanos.

AHORA EN Editorial