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El día sin carro

El balance se podrá hacer cuando termine esta jornada, se conozca si los caleños acogieron la orden de la Administración Municipal y si el MÍO respondió al reto.

21 de septiembre de 2018 Por: Editorial .

Siete años después Cali vuelve a tener un día sin carro. Al final de hoy se sabrá si el objetivo de promover medios alternativos de transporte caló entre la comunidad, si el MÍO fue suficiente para atender la demanda o si se logró un impacto real y ojalá duradero en el medio ambiente.

Ese balance servirá para evaluar la realización de esta jornada que tiene tantos defensores como detractores. Si se ve con los ojos del idealista, sacar de las calles durante 12 horas a la mayoría de los 800.000 vehículos que circulan por la capital del Valle y que son la mayor fuente de contaminación aérea, es un propósito loable.

Ese acto simbólico, que se realiza en otras ciudades del mundo y en diferentes fechas, pretende crear conciencia sobre la que es considerada la gran fuente de emisión de dióxido de carbono, el gas que más incidencia tiene en el cambio climático.

Cali no es ajena a ese fenómeno, en especial por el aumento que ha tenido su parque automotor en tiempos recientes. Cada año se suman 50.000 vehículos, que entran a agudizar la congestión vial, impactan la movilización y por supuesto generan una mayor carga contaminante en el aire.

La verdad es que la ciudad se ha visto sobrepasada por esa realidad y no ha sabido hacerle frente a todos sus efectos. El desarrollo vial se ha quedado corto en comparación con el aumento en el número de vehículos que circulan por sus calles; mientras tanto el Sistema de Transporte Masivo, que se planteó como la solución a los problemas de movilidad que ya tenía Cali hace una década, pese a sus avances significativos aún no cumple con su objetivo de atender toda la demanda, lo que ha incentivado el transporte informal a la vez que ha impulsado la venta de autos y sobre todo de motos.

De lo otro que adolece la ciudad es de un programa que estimule el uso de medios alternativos de transporte como la bicicleta, ideales en Cali por su clima, por su geografía y por su trazado urbano. Aún no se han dado las condiciones para que así sea, como tener una red de ciclorrutas interconectadas que permitan el fácil desplazamiento; o que se garantice la seguridad de los ciclistas para que puedan transitar con tranquilidad por las vías. El Bici Mío, el plan dispuesto por la Alcaldía para facilitarle a la comunidad el uso de un centenar de bicicletas, puede ser un buen principio.

Tales consideraciones han llevado a que algunos se pregunten si se justifica hacer un día sin carro, además en sábado que es cuando quienes trabajan o estudian aprovechan para hacer sus diligencias o para salir en familia. El impacto económico para el comercio será importante, pese a lo cual el gremio prefirió ser receptivo y ha ofrecido incentivos para atraer a su clientela.

El balance se podrá hacer cuando termine esta jornada, se conozca si los caleños acogieron la orden de la Administración Municipal y si el MÍO respondió al reto. Entonces se medirán los beneficios ambientales del día y se sabrá si tienen alguna incidencia significativa a posteriori.

Una vez todo ello se evalúe se podrá decir si el día sin carro sirve para el propósito y si es un buen complemento a las medidas que se deben tomar a largo plazo para hacer las mejoras que demandan la movilidad y el medio ambiente de una ciudad como Cali.

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