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El debate de las vacunas

Hoy, el Gobierno tiene que ser claro sobre lo que ocurre con las vacunas. Pero cada uno de nosotros debe asumir las obligaciones que nos corresponden para superar la emergencia

24 de enero de 2021 Por: Vicky Perea García

Además de la incertidumbre que ocasiona el crecimiento del contagio y del número de víctimas mortales del covid-19, se ha desencadenado la polémica sobre las vacunas adquiridas por Colombia y la demora en iniciar el proceso de aplicación para contrarrestar los efectos de la pandemia. Sin ánimo de aumentar la discusión, es necesario pedir que desde el Gobierno se haga la mayor claridad posible sobre cuándo le llegará a los colombianos.

La situación es delicada, en la medida en que no sólo se ha producido un rebrote del contagio, el sistema de salud presenta saturaciones peligrosas y la economía entendida como la necesidad de generar ingresos para millones de familias sufre grandes pérdidas. Es pues un momento de inquietud, producto además de una tensión que lleva ya once meses afectando a los colombianos y al resto del mundo.

Y la respuesta es la vacuna que se ve casi como el milagro que resolverá la crisis y permitirá el regreso de una normalidad perdida entre el miedo, la parálisis y una serie de medidas nacionales, regionales y locales para enfrentar la emergencia. En medio de esa cada vez más tensa situación, parece olvidarse que en el compromiso de cada persona con las medidas de protección tantas veces citadas está la clave para evitar las terribles consecuencias del contagio, así ocasionen limitaciones a las actividades sociales y causen perjuicios a algunos sectores de la vida cotidiana.

Ahora, la polémica se ha centrado en la pregunta de por qué no se ha iniciado la vacunación, llegando hasta poner en tela de juicio las actuaciones del Gobierno Nacional, los programas que la desarrollarán y las negociaciones con los laboratorios y programaciones que harán posible suministrar la inmunidad esperada y deseada por nuestra Nación. Y para completar, al lado de las inquietudes justificadas sin duda de la población, aparecieron las críticas e insinuaciones propias de quienes pretenden dividendos políticos.

Debe reconocerse que las autoridades nacionales con el Presidente de la República y el Ministro de Salud a la cabeza han dado las informaciones posibles sobre las negociaciones, para adquirir las vacunas, su llegada y el proceso de aplicación. Y aunque puedan existir preguntas que demandan respuestas, lo importante es que existe una hoja de ruta seria que debe ser aceptada para evitar dispersiones o desviaciones nocivas.

Pero también se debe aceptar que el regreso a la normalidad no es solo aplicar la vacuna. Ese regreso es más largo de lo que se piensa y aún más dispendioso en la medida en que no se apliquen las disposiciones que aseguran el rompimiento de la cadena de contagio. Entonces, lo que sigue no es un asunto de aumentar las polémicas con intenciones políticas que acrecientan la incertidumbre, sino y ante todo de crear conciencia sobre la necesidad de que cada persona asuma su protección, la de su familia y de toda la sociedad.

Hoy, el Gobierno tiene que ser claro sobre lo que ocurre con las vacunas. Pero cada uno de nosotros debe asumir las obligaciones que nos corresponden para superar la emergencia y recuperar la normalidad que todos anhelamos.

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