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El costo de Trump

Es evidente que Trump no encarna ni ha encarnado el espíritu del Partido Republicano, aunque quizás sea tarde para que los suyos acepten ahora el error. Sobre todo, cuando ya no hay alternativa.

15 de agosto de 2016 Por:

Es evidente que Trump no encarna ni ha encarnado el espíritu del Partido Republicano, aunque quizás sea tarde para que los suyos acepten ahora el error. Sobre todo, cuando ya no hay alternativa.

Luego de la euforia que algunos expresaron por haber encontrado el candidato ganador, el Partido Republicano comienza a sentir el costo de haber elegido a Donald Trump. A menos de tres meses de las elecciones, la tendencia a la baja en las encuestas aumenta la incertidumbre sobre el efecto que tendrá en las elecciones parlamentarias. La situación amenaza ya la supremacía en el Congreso de los Republicanos, o al menos el control en el Senado que podría volver a manos de los Demócratas. Sería una verdadera debacle producida por la división que causó el cada vez más extraño aspirante a la presidencia de los Estados Unidos.El cisma no es reciente, pero se acrecentó tras la convención de julio pasado. Aparte de las espaldas que los expresidentes Bush decidieron darle al magnate, otros nombres como los de John Negroponte, Michael Hayden y Robert Zoellick se unieron a esa causa del desafecto. El asunto adquirió características de alarma en la alta dirigencia. Así lo confirma la carta en la que medio centenar de personalidades republicanas que operan en sectores de la vida nacional, tanto pública como privada, llamaron a cerrar la llave de recursos para la campaña presidencial y destinarlos a la del Congreso. Se trata de salvar los muebles y de mantener al partido en unos niveles de respetabilidad y confianza ante sus conciudadanos y la comunidad internacional que solo puede garantizar el abandono de Trump a su suerte. Por su parte, el candidato ha hecho en los últimos días todo lo posible para que lo dejen solo. La seguidilla de metidas de pata no ha tenido pausa. Primero atacó a una familia musulmana cuyo hijo ofrendó la vida en Irak. Después, hizo un llamado ambiguo a sectores beligerantes a hacer “algo” para frenar a Hillary Clinton, en un país con una historia marcada por los magnicidios. Y a continuación, acusó al presidente Barack Obama y a la candidata de ser fundadores del Estado Islámico. Es evidente que Trump no encarna ni ha encarnado el espíritu del Partido Republicano, aunque quizás sea tarde para que los suyos acepten ahora el error. Sobre todo, cuando ya no hay alternativa.El problema estaba anunciado. Trump ha ido en contravía de aspectos fundamentales para quienes lo ungieron, al tiempo que ha propuesto encerrar a la nación y cortar de tajo importantes acuerdos comerciales. Pero, además, ¿qué hacen en el círculo de su equipo económico quienes se enriquecieron con crisis hipotecaria o los explotadores sin miramientos de los recursos naturales?Por supuesto, aún faltan las elecciones. Trump solo puede ser vencido en las urnas. Pero con él puede arrastrar el poder del Partido en el Legislativo, en un país basado en el parlamentarismo. Y la derrota puede ser tan categórica que deberán pasar muchos años para recuperar el espacio y la credibilidad que está en peligro con el candidato.De llegar a la derrota se sabrá cuánto les costó a los republicanos la decisión más contradictoria de su historia, nacida de creer que cambiar sus principios por el populismo y los radicalismos arrogantes les aseguraría el favor de los electores.

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