El pais
SUSCRÍBETE

El cambio en la Federación

Así mismo, hay que redefinir la relación con los gobiernos, sin que ello pueda significar el divorcio o la ruptura. Así esté de moda el comercio libre y las fuerzas del mercado, sería necio desconocer que el café, como la agricultura en todo el mundo, necesita del apoyo estatal para sobrevivir, por la importancia del campo en la estabilidad social y política de las naciones.

24 de julio de 2015 Por:

Así mismo, hay que redefinir la relación con los gobiernos, sin que ello pueda significar el divorcio o la ruptura. Así esté de moda el comercio libre y las fuerzas del mercado, sería necio desconocer que el café, como la agricultura en todo el mundo, necesita del apoyo estatal para sobrevivir, por la importancia del campo en la estabilidad social y política de las naciones.

Luego de un proceso de selección riguroso, el Comité de la Federación Nacional de Cafeteros se apresta a elegir el nuevo gerente del gremio. Con ello, los miembros de la organización que representa a 500.000 familias vinculadas al cultivo del grano dan otro paso en el camino hacia los cambios que debe experimentar su entidad para adaptarla a las nuevas realidades del mercado y del país.Lo primero que debe reconocerse es que la Federación no es un gremio más sino una idea que durante 88 años ha servido de eficaz instrumento para mantener con vida la caficultura, símbolo de Colombia en el mundo. Con ella se logró superar los vaivenes que hicieron de esa industria una actividad inestable, transformándola en lo que hoy se denomina un clúster, en el cual se beneficiaron ante todo los agricultores. Y se logró dar tranquilidad y progreso a una porción importante del territorio nacional y a sus habitantes, con el respaldo decidido de los gobiernos. En esas condiciones, el café ha sido generador de paz y progreso y la Federación ha cumplido un papel destacado. Su existencia ha sido fundamental para agrupar a los productores, garantizarles mercados, desarrollar tecnologías, llevar educación a las familias cafeteras y mantener una vocería, tanto en las épocas de bonanza como en las crisis. Por supuesto, habrá puntos de vista diferentes y existirán quienes desde el neoliberalismo pretendan destruir lo construido y dejar al caficultor desprotegido y el negocio en manos de intermediarios particulares. Lo anterior no pretende desconocer la necesidad de adoptar cambios para adaptar la Federación a las realidades actuales. Por ejemplo, es fundamental recuperar la unidad hoy fraccionada ante los intentos politiqueros, así como reconocer las transformaciones en el mapa cafetero, donde son otras las regiones líderes en el cultivo del grano y otras las necesidades de la actividad. Así mismo, hay que redefinir la relación con los gobiernos, sin que ello pueda significar el divorcio o la ruptura. Así esté de moda el comercio libre y las fuerzas del mercado, sería necio desconocer que el café, como la agricultura en todo el mundo, necesita del apoyo estatal para sobrevivir, por la importancia del campo en la estabilidad social y política de las naciones. De ahí que, con altas y bajas, el respaldo oficial al cultivo del grano ha sido fundamental para el país. Lo que no debe significar que los gobernantes conviertan la Federación y el cafetero en dependientes del Estado, o a las arcas públicas en subsidiadoras permanentes de la industria o de la ineficiencia. Así las cosas, la escogencia del próximo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros debe garantizar la continuidad de un gremio y de un modelo que ha producido bondades innegables para Colombia. Los quince delegados de los comités regionales y los cuatro miembros del Gobierno que constituyen su junta directiva tienen en sus manos la decisión de escoger entre los tres aspirantes seleccionados a quien debe cumplir el mandato de los cafeteros y del resto del país.

AHORA EN Editorial