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El calor que destruye

La pregunta es si el mundo continuará tapándose los ojos y haciéndose el sordo frente al cambio climático y sus efectos letales, o si seguirá contentándose con firmar acuerdos internacionales que de poco o nada...

26 de julio de 2019 Por: Editorial .

Dos veces en un mes los europeos han sentido “la ola de calor más intensa en siglos”, a juicio de los meteorólogos. Un fenómeno que hasta hace poco cumplía unos ciclos predecibles, con intervalos de décadas o centurias entre uno y otro, se volvió común en años recientes y empeorará en los siguientes, con consecuencias devastadoras. ¿Seguirá impávido el mundo frente a esa realidad?

Carreteras cerradas porque el asfalto se derrite; rutas férreas suspendidas por el riesgo de que los sistemas colapsen; guarderías donde no se recibe a los infantes para evitar deshidrataciones masivas; granjas en emergencia porque los animales mueren de calor. Eso es lo que viven hoy países como Francia, Holanda, Alemania o Suiza, donde las temperaturas superan los 40° centígrados -en el caso de París los 42,6°C-, y el termómetro ha batido todos los récords de los que se tengan registros.

Así no todos lo crean, esos picos extremos de calor en junio y julio “llevan la firma del cambio climático provocado por el hombre”, como lo asegura Claire Nullis, portavoz de la Organización Mundial de Meteorología. Si bien lo que hoy sucede en Europa nace de un frente cálido proveniente del norte de África, su intensidad y frecuencia han aumentado como resultado del calentamiento global. El origen de ello se conoce, las acciones están determinadas, pero de lo que había poca conciencia hasta ahora era de las consecuencias, y esas ya están aquí como una realidad.

En algunas partes del Planeta la temperatura promedio ha subido ya los dos grados que se había impuesto el mundo como límite máximo a alcanzar en este siglo XXI y se prevé que en la próxima década habrá lugares donde el termómetro marcará 4 o 4,5°C más. Los efectos se ven por ejemplo en el derretimiento que sufre Groenlandia, isla que ha perdido en las semanas recientes 160.000 toneladas de superficie, o en el Ártico donde se han presentado en menos de un mes más de cien incendios forestales, algo nunca visto; mientras tanto, varios ríos y lagos se han secado en Alemania.

Por años los científicos han explicado que si la temperatura global sube más de dos grados centígrados, la Tierra sufrirá cambios impredecibles, entre ellos la pérdida de ecosistemas, así como la desaparición de especies animales y vegetales. Igual pasará con los seres humanos, quienes verán cómo se altera su fisiología con cada grado por encima del promedio al que está acostumbrado su cuerpo.

La pregunta es si el mundo continuará tapándose los ojos y haciéndose el sordo frente al cambio climático y sus efectos letales, o si seguirá contentándose con firmar acuerdos internacionales que de poco o nada sirven porque se convierten en letra muerta a la hora de adelantar las acciones que se requieren con urgencia. El turno de vivir en el ‘infierno’ por el calor extremo le toca hoy a Europa, en unos meses puede ser el sur de América, en otros más será el invierno despiadado el que afecte al norte del continente y así en el resto del Planeta.

Cuál es el límite de esta casa a la que sus habitantes le están agrietando los cimientos y dejando sin techo que los proteja, es lo que está por verse.

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