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El agua y el futuro

Entre los efectos del cambio climático, las acciones irresponsables de la población, la contaminación y las consecuencias de las actividades ilegales que se realizan en el territorio nacional, los caudales de los ríos disminuyen, los ecosistemas donde nacen las fuentes primarias de agua cada vez pueden cumplir menos con su función y ya hay regiones que sufren de sed.

12 de noviembre de 2016 Por:

Entre los efectos del cambio climático, las acciones irresponsables de la población, la contaminación y las consecuencias de las actividades ilegales que se realizan en el territorio nacional, los caudales de los ríos disminuyen, los ecosistemas donde nacen las fuentes primarias de agua cada vez pueden cumplir menos con su función y ya hay regiones que sufren de sed.

“No se aprecia el agua hasta que se seca el pozo”. Este proverbio que se le atribuye a Benjamin Franklin, explica la preocupación de hoy por el deterioro que padecen los recursos hídricos y la escasez que empieza a aparecer. Aún hay tiempo de dar marcha atrás, si se cambian los lamentos por acciones para salvar esas fuentes sinónimo de vida.La preocupación por lo que sucede con el agua en Cali, y en general en Colombia, ha sido la constante en el Instituto Cinara de la Universidad del Valle. En su búsqueda sobre cuál es el estado real de esos recursos, cómo se pueden salvar y qué se debe hacer para evitar males mayores, la entidad realiza cada dos años un foro internacional, que en este 2016 llegó a su versión número 10 y se concentró en tres asuntos: Equidad, agua y sustentabilidad.Lo primero es saber que en un país con la riqueza hídrica de Colombia se está dejando acabar la que puede ser su mayor fortaleza hacia el futuro. Entre los efectos del cambio climático, las acciones irresponsables de la población, la contaminación y las consecuencias de las actividades ilegales que se realizan en el territorio nacional, los caudales de los ríos disminuyen, los ecosistemas donde nacen las fuentes primarias de agua cada vez pueden cumplir menos con su función y ya hay regiones que sufren de sed.Esa historia se vive a diario en Cali o en Sao Paulo, Brasil; igual desde la Patagonia argentina hasta la mexicanísima Tijuana, y en general en América Latina, un continente que no acaba de comprender el privilegio que le otorga la naturaleza. Cómo cambiar esa realidad y aceptar que la corresponsabilidad es de todos, desde las comunidades que habitan en las ciudades y las de las zonas rurales, las instituciones públicas y el sector educativo, pasando por las autoridades encargadas de ejercer el control, es en esencia lo que se plantea el foro Agua 2016.La situación que vive Cali es perfecta para hacer esos análisis: una ciudad con siete ríos, en su mayoría en estado lamentable de deterioro y contaminación, donde se suspende el suministro de agua por escasez durante el verano o por contaminación durante las temporadas de lluvia, y que apenas hace unos tibios esfuerzos para recuperar sus cuencas hidrográficas, es la fuente de estudio ideal. Lamentablemente la falta de decisión y de compromiso, sobre todo la indiferencia y las debilidades de las políticas ambientales, no han permitido avanzar en la recuperación o en la búsqueda de soluciones definitivas.Más que conclusiones, que las hay, sobre qué se debe hacer, la importancia de eventos hechos en Cali como el de Agua 2016 es que muestren una y otra vez la realidad del agua en toda su dimensión y crudeza. Como presentan también la impotencia para buscar salidas a una crisis que será peor a la vuelta de unas décadas, cuando la demanda superará en un 40% la oferta de ese líquido vital.Entonces habrá que recordar las palabras de Jacques Cousteau, cuando preocupado reclamaba que a la humanidad pasaba por alto “que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo”. Que no se nos olvide.

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