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Drama sin fin

9 de diciembre de 2010 Por:

"Todo esto, terremoto, cólera, fraudes electorales, violencia, son la realidad de Haití"...

Como si la sucesión de tragedias dantescas no fueran suficientes, ahora Haití se ve asolada por un estallido de violencia política, tras unas elecciones presidenciales fuertemente cuestionadas, tanto por observadores internacionales como por casi todos los aspirantes al poder en la atribulada República.La atmósfera está cargada de elementos explosivos. Para la BBC “El ambiente de Haití es de enojo. La mayoría siente que la ayuda que recibieron después del terremoto ha sido insuficiente y hay informes creíbles de un científico del gobierno francés de que las tropas de las Naciones Unidas llevaron el cólera a Haití. Ahora hay interrogantes sobre la imparcialidad de las elecciones”.La protesta la han encabezado los partidarios de la estrella del pop Michel Martinelly, quien obtuvo el tercer lugar en la primera vuelta, a escasos votos de Jude Celestin, candidato del partido en el poder, ambos detrás de Mirlande Manigat, ex primera dama, quien con un 31 % de los votos se ubicó como la ganadora. Pero nadie confía en estos resultados.De hecho, 12 de los candidatos, es decir, prácticamente todos, incluida la señora Manigat, llamaron a invalidar la jornada electoral, aduciendo que estuvo dominada por el fraude. En particular, nadie cree en el segundo lugar del candidato del gobierno, Celestin, pues el sentimiento antigubernamental es casi unánime en el país. Hasta la Embajada de los Estados Unidos se pronunció, llamando al gobierno y al Consejo Electoral a “revisar los resultados” para que se pongan a tono con la voluntad popular.El estallido de ira política, que llevó a los manifestantes a incendiar la sede del partido en el poder, apenas si logra acallar el escándalo suscitado por los informes según los cuales un destacamento nepalí de las Naciones Unidas sería el que habría llevado el cólera al martirizado Haití. La verdad, un brote de esta enfermedad no se registraba hace más de un siglo, y a la fecha ya ha acumulado cerca de dos mil víctimas, pues la devastación del sistema de salud luego del terremoto no les permite a los haitianos hacer frente al avance de la mortal enfermedad.Ya la multitud se ha enfrentado a los cascos azules con saldo de un civil muerto. Y la ONU no ha hecho lo suficiente para aclarar el asunto, permitiendo que el rumor sobre la presencia de la enfermedad en sus filas se convierta en tema de dominio público.Todo esto, terremoto, cólera, fraudes electorales, violencia, son la realidad de Haití. Este país es una especie de ‘hueco negro’ en medio de la galaxia capitalista de Occidente. Es un constante recordatorio, en el mundo democrático, de que las cosas siempre pueden empeorar, cuando se persiste en la inequidad, la injusticia y la falta de transparencia.Tal como se ha dicho desde el mes de enero de 2010, luego del devastador terremoto, tal parece que llegó la hora de pasar de las palabras a los hechos y ejecutar una acción internacional de largo aliento que reconstruya Haití, lo libere de la tenebrosa clase dominante responsable de la tragedia cotidiana y le abra perspectivas de desarrollo a esta nación que ha sufrido todas las penas.

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