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Drama gitano

6 de septiembre de 2010 Por:

Drama gitano

En un intento que parece fallido, el Presidente francés Nicolás Sarkozy decidió iniciar la deportación masiva de gitanos desde Francia, con el inocultable propósito de ganar dividendos electorales entre los sectores xenofóbicos de la sociedad francesa.Pero no contaba con que la voluntad de la ciudadanía francesa se sintoniza más con la apertura y la solidaridad con los que sufren, antes que con actitudes que muchos han calificado como “racistas”. Por eso miles de personas se manifestaron contra la política presidencial en ciudades como París, Toulouse, Burdeos, Lyon, Rennes, Marsella y Lille, luego de que Sarkozy deportara a mil gitanos hacia Rumania y Bulgaria.Aunque Sarkozy se defiende manifestando que Francia no puede permitir a emigrantes ilegales que generan inseguridad y delincuencia, la verdad es que este aserto difícilmente resulta aplicable a los gitanos europeos. Éstos son nómades desde hace más de 10 siglos, sin patria conocida, ya que en una comunidad pueden existir individuos que nacieron en una decena de países distintos, y que tradicionalmente han erigido sus campamentos a las afueras de las grandes ciudades europeas. Se ganan la vida con oficios serviles, o exóticos, y parecen tener más existencia en las ficciones literarias que en la vida cotidiana de los ciudadanos europeos.No está probado que su presencia genere inseguridad o delincuencia. Además, la verdad es que resultan discriminados a la hora de conseguir empleo o de acceder a los servicios de salud y educación. Se han acostumbrado a vivir con lo mínimo necesario, y son más un exotismo que un grave problema de migración ilegal. Su caso no es comparable con el de los indocumentados que llegan por decenas de miles desde el África u otras naciones europeas, como francos competidores de la mano de obra francesa.En la historia francesa los gitanos siempre fueron bienvenidos y sus pintorescas tiendas parecían formar parte de los terrenos despoblados en las afueras de las ciudades. Nadie entiende que se los trate como si fueran peligrosos criminales. La Comisión Europea contra el racismo y la intolerancia ha criticado las medidas de Sarkozy considerándolas “excesivas”. Y el Papa Benedicto XVI se pronunció llamando al gobierno francés y a los europeos a “acoger la diversidad humana”.Los gitanos están tristes. Vasile, un joven padre de familia de 27 años, le confesó a la BBC que “Lloro todos los días: yo con mujer, incluidos los niños”. No es para menos, nadie les da trabajo y sus niños no son aceptados en las escuelas públicas. Y Sarkozy les exige, para no deportarlos, carta laboral y permiso de residencia. Todo un despropósito con estos nómades, que por siglos nunca han tenido un pedazo de tierra y que siempre han sido segregados.Malo para Francia, pues si esta nación, que se jacta de la calidad de sus servicios públicos de salud y educación, no puede integrar a un grupo de gitanos ¿quién podría hacerlo? Y malo para Sarkozy, pues los pocos votos que ganará entre los xenófobos no compensarán los miles que perderá entre la ciudadanía francesa, para quien resulta tan caro el valor de la solidaridad.

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