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Diálogos imposibles

Vuelve a aparecer la verdadera cara de la dictadura con respecto a los diálogos. Como saben que tienen el control del poder, Maduro y los militares que lo respaldan no parecen interesados en buscar un acuerdo...

8 de agosto de 2019 Por: Editorial .

De nuevo, los diálogos entre el régimen que manda en Venezuela y los opositores son suspendidos y no parece existir posibilidades de reiniciarlos. El fracaso parece ser la tendencia que impide encontrar la que debería ser la salida para el terrible drama humanitario que padece la nación vecina.

Ésta vez se trataba de unas conversaciones que se entablaron por la intermediación del Gobierno de Noruega y que debía aprovechar la gran experiencia de ese país en propiciar el diálogo como herramienta para facilitar las soluciones incruentas a los conflictos. Y ya iban tres rondas, las últimas en Barbados, donde representantes de la dictadura se reunían con delegados del presidente encargado, Juan Guaidó, que autorizó la participación y las vertientes en las cuales está fraccionada la oposición.

Todo parecía caminar, aunque el secretismo y la seriedad que Noruega aplica cuando desarrolla su papel como facilitador no permitían conocer los puntos tratados y los acuerdos o las divergencias que se presentaban en el proceso. No era pues un mecanismo como los iniciados antes, cuando fue fácil adivinar la manipulación de la dictadura que lo usaba para ganar tiempo o superar momentos críticos causados por la movilización popular que ha dejado miles de víctimas en Venezuela.

Y de repente, el mismo Nicolás Maduro anuncia la terminación de esos diálogos, argumentando las nuevas y fuertes sanciones impuestas por el gobierno de los Estados Unidos, y el respaldo del presidente de la Asamblea Nacional, las cuales llegan hasta el bloqueo a Venezuela. Es el dictador envolviéndose de nuevo en la bandera del patriotismo que llama al pueblo a rechazar las medidas dirigidas a asfixiar al régimen, pero que sin duda tendrán consecuencias en la población venezolana, la que más ha sufrido en los últimos veinte años.

Vuelve a aparecer la verdadera cara de la dictadura con respecto a los diálogos. Como saben que tienen el control del poder, Maduro y los militares que lo respaldan no parecen interesados en buscar un acuerdo que lleve al ajuste que empieza por realizar unas elecciones libres. Y mucho menos, entregar sus prebendas, rendir cuentas por sus actos, acabar con el paramilitarismo que siembra el terror y abandonar sus negocios para dar paso a la reconstrucción de su país.

Y del otro lado, la oposición presenta divisiones profundas sobre cómo lograr el final del régimen y cómo recuperar la democracia. Por ello, y no obstante que el presidente Guaidó ha adquirido una ascendencia que permite superar muchas de esas querellas, no se pueden ignorar las fracturas entre los opositores y el aprovechamiento que de ellas hace la dictadura, mientras sigue expulsando venezolanos, lo cual debilita aun más la protesta en su país.

Infortunadamente, hoy debe decirse que la negociación civilizada sigue siendo una aspiración difícil de alcanzar en Venezuela. Lo cual es la peor de las señales para una nación que sufre lo que era inimaginable: la destrucción de su país, de sus libertades y de su tranquilidad. La pregunta es entonces cuál puede ser la manera de liberar a nuestros vecinos de la tiranía.

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