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Después de la marcha

Lo primero que puede concluirse es que aunque la movilización del pasado martes fue notoria sólo en la capital de la república, no pueden caber dudas sobre el respaldo de toda la Nación a la paz.

10 de abril de 2013 Por:

Lo primero que puede concluirse es que aunque la movilización del pasado martes fue notoria sólo en la capital de la república, no pueden caber dudas sobre el respaldo de toda la Nación a la paz.

Pasada la marcha del martes anterior, es necesario encontrar razones de unión antes que factores de división entre los colombianos. Por tanto es un deber evitar el lenguaje de ganadores y perdedores cuando se habla del proceso que se lleva a cabo en La Habana, y buscar puntos que acerquen y permitan un acompañamiento a los diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc.El día se inició con las ofrendas que el presidente Santos realizó en el Centro Administrativo Nacional a los miles de soldados y policías víctimas que han ofrecido sus vidas y su integridad para defender la libertad y la democracia. 15.000 efectivos de las Fuerzas Militares se hicieron presentes allí para refrendar su respaldo a las instituciones, con lo cual enviaron su mensaje de rechazo a los intentos por dividir o por involucrar a los soldados en las disputas políticas que crecen y amenazan con radicalizar, produciendo a su vez inquietud en la sociedad.Lo que se vio también fue la organización y el esfuerzo del grupo denominado Marcha Patriótica, que fletó una centena de buses, y del gobierno de Bogotá, que decretó día cívico y movilizó a sus simpatizantes. Por supuesto, el Gobierno Nacional aportó una cuota importante, encabezado por el presidente Juan Manuel Santos quien llegó hasta el sitio de encuentro con el Alcalde de Bogotá. Allí, en el Centro de la Memoria ubicado al lado del Cementerio Central de Bogotá, sembraron una palma de cera como símbolo del acuerdo por la paz, en medio de camisetas que llamaban a la necesidad de creer en el esfuerzo por lograr el acuerdo con las Farc. Lo primero que puede concluirse es que aunque la movilización del pasado martes fue notoria sólo en la capital de la república, no pueden caber dudas sobre el respaldo de toda la Nación a la paz. Esa premisa fue demostrada por el interés en los desarrollos que tenía la movilización convocada por la llamada Marcha Patriótica y a la cual se incorporaron después el señor Presidente de la República, otros organismos del Estado y algunos partidos. Otra cosa es que se haya puesto de presente el rechazo al proceso que tiene a Cuba como sede, proveniente de algunas fuerzas políticas. Y que todavía prevalezcan grandes dudas sobre las verdaderas intenciones de la guerrilla. Lo segundo a destacar es el respaldo que demostraron cientos de miles de personas en la Plaza de Bolívar que debieron escuchar los discursos de oradores que invocaban consignas de claro corte partidista. Fue esa una expresión de la democracia que se vive en Colombia, donde se pueden escuchar con tranquilidad las voces discordantes. Pero allí también fue posible presenciar el intento de apoderarse de una causa que, como la búsqueda de la paz, no puede ser excluyente.No hay pues lugar a descalificar como enemigos a quienes tienen un punto de vista distinto sobre la negociación con la guerrilla. Diferencia que se explica por las ya incontables oportunidades en que las Farc le han quedado mal a Colombia, traicionando su buena voluntad. Por eso, y reconociendo la necesidad de evitar los excesos que causan daño, es necesario reiterar el llamado a convocar al consenso que construye y a evitar el radicalismo que destruye.

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