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Desafío en el Pacífico

Lo que hay entonces es un cambio de planes en la Apec. Ante las nuevas realidades, es necesario preguntar si sus miembros están dispuestos a dejar por fuera a su primer cliente y dueño de la más grande chequera. Porque, sin Estados Unidos ¿a quién se le van a vender?

21 de noviembre de 2016 Por:

Lo que hay entonces es un cambio de planes en la Apec. Ante las nuevas realidades, es necesario preguntar si sus miembros están dispuestos a dejar por fuera a su primer cliente y dueño de la más grande chequera. Porque, sin Estados Unidos ¿a quién se le van a vender?

No obstante su agenda, la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, Apec, que tuvo lugar el fin de semana en Lima giró en torno a lo que se avecina. Es la inminencia de los cambios que sugiere la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.Ya sea por prevención o por anticipación a que el futuro gobernante ponga en marcha políticas proteccionistas, los pesos pesados de la cuenca del llamado mar del futuro, China, Rusia y Japón, han dejado en claro ante un Barack Obama presente y sin mucho que decir, que seguirán comprometidos con el libre comercio. Es la respuesta a los temores que surgen tras la posibilidad de que la economía con mayor capacidad en el mundo cierre sus puertas En ese ambiente temeroso surgió el liderazgo de China. Ante los riesgos, el Gran Dragón ofreció opciones a quienes quieran alinderarse con él. Desde abrirse más al comercio, que parece insólito en una de las últimas dictaduras del planeta, hasta “agrandar la torta y repartirla mejor”, sorprendente evocación de los principios más ortodoxos del capitalismo. En Lima hubo quienes se han sumado a la oferta. 21 países que parecerían dispuestos a buscar un nuevo acuerdo Asia-Pacifico. La pregunta es si están en capacidad de hacerlo sin la presencia de Estados Unidos, como lo anotaron los más radicales, entre ellos Perú. En realidad, lo que está en juego aquí es la posible revisión de la globalización como hasta ahora se ha entendido. La situación es por lo menos clara: la propuesta que triunfó en los Estados Unidos se basa en reactivar el empleo mediante el cambio de la economía de servicios y el regreso de la industria que salió del país buscando abaratar sus costos. Ello implica recortar el comercio mundial y hacer que los estadounidenses consuman lo que producen y produzcan lo que su país demanda.En esos términos, y si Trump presidente aplica lo que prometió, los Tratados de Libre Comercio, que garantizan barreras al libre comercio, tendrán que ser revaluados. Eso ocurrirá cuando la economía que más consume cambie de opinión y sus autoridades se empeñen en obligar a que empresas como Apple traiga su producción a su país de origen. Ese cambio debe sumarse a la prolongada crisis de la segunda economía consumidora, la Unión Europea, para entender la preocupación de China. Acostumbrada a pagar mal a sus obreros y trabajadores para poder competir por los mercados del mundo, ahora tiene que hacer malabares para que no se detenga la locomotora de su crecimiento. Lo que hay entonces es un cambio de planes en la Apec. Ante las nuevas realidades, es necesario preguntar si sus miembros están dispuestos a dejar por fuera a su primer cliente y dueño de la más grande chequera. Porque, sin Estados Unidos ¿a quién se le van a vender?Los potenciales problemas que se ciernen sobre el Pacífico, ese mar al que Bogotá ha mirado con indiferencia y distancia durante doscientos años a pesar de que Colombia tiene 1500 kilómetros de sus costas, obligan a ver las cosas con otra óptica en la cual prime la sensatez por encima de los ofrecimientos políticos.

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