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¿Derrota anunciada?

28 de octubre de 2010 Por:

Este giro del electorado que con tanta ilusión ungió al actual presidente de los Estados Unidos, no significa que se quiera retornar al militarismo de la administración de George W. Bush.

A pocos días de las elecciones que renovarán parte de la Cámara de Representantes y la totalidad del Senado, la ciudadanía estadounidense parece inclinada a provocar un cambio importante en la dirección de su Nación.Pese a que una de cada tres personas aún no decidió por quien votará en las elecciones legislativas del 2 de noviembre, el 45% de esos votantes indecisos se inclinan por el partido republicano en la Cámara de Representantes, mientras que un 38% lo hace por el demócrata. La misma proporción se presenta entre quienes ya tienen decidido su voto, según la más reciente encuesta realizada por The Associated Press y GfK. De conformarse esta tendencia, se estaría produciendo un brusco frenazo a los propósitos de cambio que llevaron a la elección de Barack Obama.Aunque parezca sorprendente, este giro del electorado que con tanta ilusión ungió al actual presidente de los Estados Unidos, no significa que se quiera retornar al militarismo de la administración de George W. Bush. Es la decepción de varios grupos sociales con el desempeño del actual Presidente. Si bien a Obama se le reconoce el esfuerzo para sacar adelante la reforma del sistema de salud, los compromisos a los que llegó con los opositores de este cambio dejaron gran descontento entre quienes esperaban una solución más radical. Pero también crearon malestar entre los partidarios de mantener las cosas como estaban, pues ven en la reforma una intromisión indebida del Estado en asuntos que son del fuero privado. El hecho de que la administración no haya avanzado en temas como la reforma migratoria y, de manera especial, en la reforma del sistema financiero, genera un malestar aún mayor, en medio de una economía caracterizada por el desempleo y una muy lenta recuperación.Es posible que el símbolo de las inclinaciones del electorado sea el ‘Tea Party Movement’, grupo de presión al margen de los partidos, aunque más cercano al republicanismo, que se enfoca en una política fiscal conservadora y en una vuelta a los orígenes filosóficos de los Estados Unidos. Este movimiento tiene un marcado carácter populista y hunde sus raíces en la tradición más nacionalista, individualista y ultraconservadora de la nación norteamericana. Para ellos el gobierno de Washington y la ‘corrupta’ clase política son el principal obstáculo para el avance del país.Pero eso es sólo una parte del fenómeno que puede cambiar el equilibrio del poder en Washington. Tras de todo ello parece estar la impaciencia de quienes se sienten decepcionados por lo que califican como incumplimentos en las propuestas que los llevaron a apoyar el lema del “si se puede”, con el cual se eligió el primer presidente negro en la historia de la primera potencia mundial. Todo lo cual producirá el que los republicanos asuman el control de la Cámara y se acerquen al del Senado, a pesar del último esfuerzo de Obama y su familia por impedir la derrota de su partido. Tal parece que las indecisiones de Obama recibirán una dura cuenta de cobro. De producirse, la derrota de los demócratas será el anticipo del regreso del partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos.

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