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Del caos a la confusión

A ocho días del cambio de gobierno, el Congreso recibe una solicitud de juicio político por “incitar a la insurrección” presentada por los líderes demócratas, la segunda contra Trump, luego de que el vicepresidente Mike Pence se negara a invocar la enmienda 25 para declararlo incapaz para gobernar a su país.

11 de enero de 2021 Por: Vicky Perea García

Faltando ocho días para la posesión de su nuevo presidente, los Estados Unidos viven una de las peores confusiones de su vida política e institucional: revocar el mandato de Donald Trump y destituirlo con la enmienda 25 de su constitución, aplicarle un impeachment o juicio político del Congreso, juzgarlo por su responsabilidad en las asonadas del pasado 6 de enero o dejarlo que culmine su período sin ninguna consecuencia.

Ese es el primer resultado del caos que ocasionó la toma que del Congreso, el centro del poder en una democracia parlamentaria como la estadounidense, realizaron los seguidores del presidente, luego de dos meses de reclamar un fraude inexistente contra su reelección. E inmediatamente después de un mitin frente a la Casa Blanca donde Trump incitó de muchas maneras la marcha de esos fanáticos al Capitolio que culminó con la muerte de cinco personas, la ocupación alucinante del recinto y el desafío al orden constitucional.

Por supuesto, el Partido Demócrata, a través de su vocera y presidenta de la Cámara de Representantes, declaró su indignación y rechazo a lo que es sin duda el desafío más grande a la institucionalidad de un país que reclamó siempre ser el ejemplo de la democracia y el paradigma del respeto a la ley como base de su gobierno. Entre tanto, el Republicano, abochornado por lo acontecido, y comprometido por el uso de su nombre para realizar la asonada contra el Congreso, muestra la fractura ocasionada por la violencia con la cual se pretendió presionar a sus legisladores y al propio Vicepresidente de los Estados Unidos, para que desconocieran el veredicto del Colegio Electoral que proclamó el triunfo de Joseph Biden.

Es un choque de poderes que aumenta la inquietud sobre el futuro próximo de la vida institucional en los Estados Unidos, la mayor potencia económica y militar del mundo. Un país de 329 millones de habitantes que vive en la polarización agudizada por un gobernante empeñado en dividir e imponer su voluntad por encima de las tradiciones democráticas de su nación, quien llegó a límites insospechados con tal de conseguir su permanencia.

A ocho días del cambio de gobierno, el Congreso recibe una solicitud de juicio político por “incitar a la insurrección” presentada por los líderes demócratas, la segunda contra Trump, luego de que el vicepresidente Mike Pence se negara a invocar la enmienda 25 para declararlo incapaz para gobernar a su país. Aunque existen elementos para acusar al mandatario por su comportamiento en los hechos del 6 de enero pasado, surge la pregunta sobre qué tan oportuno sería agudizar la polarización y concentrar el esfuerzo en ello.

Entre tanto, el nuevo presidente toma distancia de esa solicitud, enfocado como está en la conformación y el arranque de su gobierno. Es la oportunidad para superar la polarización a la cual ha llegado la nación norteamericana, una de las bases de la elección de Biden. Es el momento para poner el interés nacional por encima de la pugnacidad política, lo cual no debe significar la impunidad para quien desencadenó el más grande desafío a su democracia.

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